18/10/2015, 21:11
¿Que tener a una persona echándote todo el peso encima es molesto? No, que va, a Ritsuko le importa un bledo que así sea siempre y cuando no sea ella la víctima. - ¡No! ¡Pescado! - Atinó a chillar la kunoichi al instante de escuchar aquél primer quejido del albino. Dicho sea de paso el pobre pescado (aunque ya estaba muerto) salió volando de la boca de la pelirroja ni bien hizo su aterrizaje.
Ni siquiera se molestó en levantarse que empezó con sus tan normales interrogatorios, tampoco se fijó que había dejado completamente empapado al pobre chico ni que aquella posición podría ser muy... Mal interpretada por cualquiera que los viera, como el dueño de aquella risa que interrumpió ese momento.
Y no, no iba a hacerle caso, no como seguramente él se esperaría. En lugar de levantarse, Ritsuko simplemente se sentó quedando encima de la cadera del shinobi de modo que ya pudiera respirar perfectamente. - Ah... A mi me tocó un solo color... - Respondió un tanto desilusionada al escuchar la respuesta del albino.
De cualquier manera, la atención de la pelirroja se desvió hacia el horizonte, donde estaban los árboles y de donde teóricamente provenía la risa que se escuchó. - ¿Mamá...? - Preguntó con una expresión llena de inocencia a la vez que ladeaba un poco la cabeza. A sabiendas que su madre se habría ocultado al encontrarse con el chico de los ojos bicolor, supuso que tal vez se estaría riendo de la situación estando escondida en algún árbol.
Luego de unos breves instantes, la atención de la kunoichi volvió nuevamente a la persona que estaba debajo suyo, teóricamente atrapada por su escaso peso, siendo más específica, a aquella cosa extraña que se estaba clavando en una de sus piernas. Así como se encontraba en ese mismo instante no podía ver absolutamente nada, por lo que simplemente estiró un poco una de sus piernas para encontrarse con... Nada, simple tela de lo que parecía ser una capa que estaba cubriendo lo que realmente le interesaba a Ritsuko.
- Ey... ¿Qué traes ahí...? - Preguntó con cierta inocencia a la vez que llevaba una mano a la pierna del albino para comenzar a tantear un poco en un intento por descifrar qué era lo que tenía ahí pero sin éxito. Todo esto, sin dar importancia alguna a la posición en la que se encontraban o si a él le molestaba o lo que sea, lo único en la mente de la kunoichi era conseguir algún tipo de respuesta ante aquello que le molestaba mínimamente.
Ni siquiera se molestó en levantarse que empezó con sus tan normales interrogatorios, tampoco se fijó que había dejado completamente empapado al pobre chico ni que aquella posición podría ser muy... Mal interpretada por cualquiera que los viera, como el dueño de aquella risa que interrumpió ese momento.
Y no, no iba a hacerle caso, no como seguramente él se esperaría. En lugar de levantarse, Ritsuko simplemente se sentó quedando encima de la cadera del shinobi de modo que ya pudiera respirar perfectamente. - Ah... A mi me tocó un solo color... - Respondió un tanto desilusionada al escuchar la respuesta del albino.
De cualquier manera, la atención de la pelirroja se desvió hacia el horizonte, donde estaban los árboles y de donde teóricamente provenía la risa que se escuchó. - ¿Mamá...? - Preguntó con una expresión llena de inocencia a la vez que ladeaba un poco la cabeza. A sabiendas que su madre se habría ocultado al encontrarse con el chico de los ojos bicolor, supuso que tal vez se estaría riendo de la situación estando escondida en algún árbol.
Luego de unos breves instantes, la atención de la kunoichi volvió nuevamente a la persona que estaba debajo suyo, teóricamente atrapada por su escaso peso, siendo más específica, a aquella cosa extraña que se estaba clavando en una de sus piernas. Así como se encontraba en ese mismo instante no podía ver absolutamente nada, por lo que simplemente estiró un poco una de sus piernas para encontrarse con... Nada, simple tela de lo que parecía ser una capa que estaba cubriendo lo que realmente le interesaba a Ritsuko.
- Ey... ¿Qué traes ahí...? - Preguntó con cierta inocencia a la vez que llevaba una mano a la pierna del albino para comenzar a tantear un poco en un intento por descifrar qué era lo que tenía ahí pero sin éxito. Todo esto, sin dar importancia alguna a la posición en la que se encontraban o si a él le molestaba o lo que sea, lo único en la mente de la kunoichi era conseguir algún tipo de respuesta ante aquello que le molestaba mínimamente.