20/02/2019, 11:41
Daruu le puso la mano en el hombro a Ayame y la abrazó brevemente.
—No... no pasa nada, estoy bien. Estoy bien —dijo, y se quitó la mano de la cara. Trató de sonreír y acabó siendo un idiota con la nariz toda roja—. Ha sido una tontería. Venga, sonrie, ¡que estamos de vacaciones!
La puerta del ascensor se abrió. Daruu se dio la vuelta y salió al pasillo, que avanzaba en línea recta hasta una sola puerta, de madera, cuidada. A la izquierda, un gran ventanal daba unas vistas preciosas de Notsuba y del Valle de más allá.
Daruu abrazó a Ayame por detrás del hombro y señaló.
—Mira qué vistas. Esto es... muy bonito. —La miró de reojo, y se puso rojo como un tomate.
—No... no pasa nada, estoy bien. Estoy bien —dijo, y se quitó la mano de la cara. Trató de sonreír y acabó siendo un idiota con la nariz toda roja—. Ha sido una tontería. Venga, sonrie, ¡que estamos de vacaciones!
La puerta del ascensor se abrió. Daruu se dio la vuelta y salió al pasillo, que avanzaba en línea recta hasta una sola puerta, de madera, cuidada. A la izquierda, un gran ventanal daba unas vistas preciosas de Notsuba y del Valle de más allá.
Daruu abrazó a Ayame por detrás del hombro y señaló.
—Mira qué vistas. Esto es... muy bonito. —La miró de reojo, y se puso rojo como un tomate.