22/02/2019, 01:39
Ranko agradeció el halago a sus movimientos de combate. Aunque no pudo evitar reconocer que le gustaría golpear con tanta decisión como Etsu con sus puños. Pero quizás, solo quizás, era cuestión del estilo de pelea que sendos shinobis tenían. Ella era vivaz, elegante y fluida en movimientos, casi parecía que estuviese bailando. De ahí el nombre del arte marcial que usaba. Mientras tanto, el Inuzuka era brusco, firme e intenso. Era el legado de su abuelo, un arte marcial que se basaba en los golpes precisos y rudos.
Etsu tomó la delantera en la maniobra de sus oponente, y la lanzó contra el suelo en una proyección improvisada pero eficaz. La chica no tardó en levantarse en lo que el chico le daba ocasión, momento que aprovechó para tallarse la espalda., y tras ello secarse el sudor de la frente. El comentario del genin quedó con una respuesta casi desafiante, aunque muy modesta. La chica, a pesar de estar dando la talla, seguía siendo reservada.
La kunoichi salió de nuevo a la carrera, dispuesta a enfrentar de nuevo al chico. Sin titubeos, corrió a toda mecha. Escasos metros antes del choque de fuerzas, la chica saltó hacia un flanco, y se impulsó en la pared para desde ésta impulsarse directa hacia el techo. Una vez en la máxima altura que la sala permitía, tomó esa base para abalanzarse sobre el Inuzuka.
«¡Ostras! ¿qué leches...?»
El genin pudo seguir con su vista eficazmente la fugaz acometida de la chica, pero movido por la curiosidad, o bien extrañado ante el movimiento, no supo reaccionar a tiempo. Eso, o bien quería ver qué intentaba hacer su oponente, y bien sabia que si esquivaba, todo se iría al traste...
Aguantó el esperado golpe, creyendo que se trataba de eso. Pero lejos de aquella dubitativa reflexión propia, la chica tomó el torso del chico con ambas piernas a modo de cizaña, afianzándose y con un giro lanzándolo al suelo. El genin cayó, y pese al fuerte impacto, no supo qué mas hacer salvo reír.
—La madre que me... Ranko, ese movimiento ha sido genial... jajajaja
El chico se lo estaba pasando genial, de veras que sí. El dolor empezaba a hacer mella, pero la adrenalina y la diversión lo hacían realmente llevadero. No cabía dudas, había acertado de lleno en éste casual combate de entrenamiento. El chico no perdió tiempo, y se levantó de un salto. Retomó su guardia, con una sonrisa mas radiante que mil amaneceres.
Sacudió ambas manos, y alzó la guardia de manera agresiva. Era su turno. Y tanto que lo era.
Rápido como él mismo, el genin tomaría de nuevo la iniciativa. Se lanzó a embestir de nuevo a la chica, directo. A escasos metros, lanzaría una patada con su zurda en un leve salto, rotando sobre sí mismo para dar media vuelta, y continuar la batida con un puñetazo lateral diestro en lo que tomaba de nuevo suelo. El combo seguiría con una patada frontal, aunque no daba por sentado su eficacia. Después de todo, la chica era muy diestra. Esta era la intención, nada mas que lo que pensaba hacer si todo salía bien, pero no algo a lo que agarrarse sin miramiento alguno.
Etsu tomó la delantera en la maniobra de sus oponente, y la lanzó contra el suelo en una proyección improvisada pero eficaz. La chica no tardó en levantarse en lo que el chico le daba ocasión, momento que aprovechó para tallarse la espalda., y tras ello secarse el sudor de la frente. El comentario del genin quedó con una respuesta casi desafiante, aunque muy modesta. La chica, a pesar de estar dando la talla, seguía siendo reservada.
La kunoichi salió de nuevo a la carrera, dispuesta a enfrentar de nuevo al chico. Sin titubeos, corrió a toda mecha. Escasos metros antes del choque de fuerzas, la chica saltó hacia un flanco, y se impulsó en la pared para desde ésta impulsarse directa hacia el techo. Una vez en la máxima altura que la sala permitía, tomó esa base para abalanzarse sobre el Inuzuka.
«¡Ostras! ¿qué leches...?»
El genin pudo seguir con su vista eficazmente la fugaz acometida de la chica, pero movido por la curiosidad, o bien extrañado ante el movimiento, no supo reaccionar a tiempo. Eso, o bien quería ver qué intentaba hacer su oponente, y bien sabia que si esquivaba, todo se iría al traste...
Aguantó el esperado golpe, creyendo que se trataba de eso. Pero lejos de aquella dubitativa reflexión propia, la chica tomó el torso del chico con ambas piernas a modo de cizaña, afianzándose y con un giro lanzándolo al suelo. El genin cayó, y pese al fuerte impacto, no supo qué mas hacer salvo reír.
—La madre que me... Ranko, ese movimiento ha sido genial... jajajaja
El chico se lo estaba pasando genial, de veras que sí. El dolor empezaba a hacer mella, pero la adrenalina y la diversión lo hacían realmente llevadero. No cabía dudas, había acertado de lleno en éste casual combate de entrenamiento. El chico no perdió tiempo, y se levantó de un salto. Retomó su guardia, con una sonrisa mas radiante que mil amaneceres.
Sacudió ambas manos, y alzó la guardia de manera agresiva. Era su turno. Y tanto que lo era.
Rápido como él mismo, el genin tomaría de nuevo la iniciativa. Se lanzó a embestir de nuevo a la chica, directo. A escasos metros, lanzaría una patada con su zurda en un leve salto, rotando sobre sí mismo para dar media vuelta, y continuar la batida con un puñetazo lateral diestro en lo que tomaba de nuevo suelo. El combo seguiría con una patada frontal, aunque no daba por sentado su eficacia. Después de todo, la chica era muy diestra. Esta era la intención, nada mas que lo que pensaba hacer si todo salía bien, pero no algo a lo que agarrarse sin miramiento alguno.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~