22/02/2019, 11:10
(Última modificación: 22/02/2019, 11:10 por Amedama Daruu.)
—¡Y-ya te digo que es demasiado! —Exclamó Daruu, que se asomaba por detrás de Ayame, a un lado y a otro para intentar ver. Cuando entró, silbó con apreciación se llevó ambas manos a la frente—. ¡Madre mía! Esto es... no creo que volvamos a estar en un sitio así en toda nuestra vida, Ayame. —Le dio un golpecito en el hombro—. Eh. ¿Aprovechémoslo, vale? Como unos días viviendo juntos. —La acercó hacia sí y le dio un beso en la coronilla.
Daruu se paseó un momento por la habitación, descubriendo sus entrañas, estudiando los rincones. Si cuando había entrado no se había creído que les hubiese salido por el precio de una habitación normal, tras comprobar la calidad de la cocina —sobretodo la del horno, porque... bueno, cosas—, del baño y la ducha y la suavidad de las sábanas de la cama, tras mirar por la ventana y ver de nuevo aquella maravillosa vista del valle, Daruu tuvo que pellizcarse para no creerse en un sueño.
El chico dejó su mochila al pie del armario y comenzó a quitarse su equipo de viaje, armas y demases. Rebuscó en la mochila canturreando y se acercó al baño.
—Si no te importa, Ayame, voy a ducharme —dijo Daruu—. Y a ponerme guapo~. Tenemos una cita hoy, ya sabes. —Sonrió, guiñó un ojo y se metió al baño con confianza.
Cerró la puerta tras de sí y se pegó a ella con cara de espanto, respirando agitadamente. «Esto es real. Estoy aquí con Ayame. Vamos a dormir en la misma cama. A dormir. Y...» —Sacudió la cabeza de un lado a otro—. «¿Pero por qué te sientes así, gilipollas?» —se insultó a sí mismo—. «Sí, sé que no debería pero no puedo evitarlo... ¿pero esto no debería... gustarme? ¿Por qué tengo tanto miedo?»
Daruu se paseó un momento por la habitación, descubriendo sus entrañas, estudiando los rincones. Si cuando había entrado no se había creído que les hubiese salido por el precio de una habitación normal, tras comprobar la calidad de la cocina —sobretodo la del horno, porque... bueno, cosas—, del baño y la ducha y la suavidad de las sábanas de la cama, tras mirar por la ventana y ver de nuevo aquella maravillosa vista del valle, Daruu tuvo que pellizcarse para no creerse en un sueño.
El chico dejó su mochila al pie del armario y comenzó a quitarse su equipo de viaje, armas y demases. Rebuscó en la mochila canturreando y se acercó al baño.
—Si no te importa, Ayame, voy a ducharme —dijo Daruu—. Y a ponerme guapo~. Tenemos una cita hoy, ya sabes. —Sonrió, guiñó un ojo y se metió al baño con confianza.
Cerró la puerta tras de sí y se pegó a ella con cara de espanto, respirando agitadamente. «Esto es real. Estoy aquí con Ayame. Vamos a dormir en la misma cama. A dormir. Y...» —Sacudió la cabeza de un lado a otro—. «¿Pero por qué te sientes así, gilipollas?» —se insultó a sí mismo—. «Sí, sé que no debería pero no puedo evitarlo... ¿pero esto no debería... gustarme? ¿Por qué tengo tanto miedo?»