23/02/2019, 00:34
Daruu respiró hondo varias veces e hinchó el pecho como un palomo antes del mejor cortejo de su vida. «¿Pero qué dices tío? Tú, Amedama Daruu, que te has enfrentado a un capitán pirata loco en una isla desierta, que te has colado en la guarida de unos extremistas Hozuki, que te has enfrentado a un interrogatorio injusto frente a un kage extranjero, que te enfrentaste a una megalómana en el mundo ilusorio de un sello maldito... ¿tú tienes miedo... de pasar la noche a solas con una chica? Tío, que tienes... ¿cuántos años? ¡Venga hombre!» Convencido, caminó con determinación hacia la ducha, arrojando su ropa a un lado y a otro.
Cinco minutos más tarde, lloraba refugiado bajo en chorro de la ducha.
«Que me va a decir que no, que al final no va a querer, que ya verás que tú te estás haciendo muchas ilusiones...»
Veinte minutos más tarde, Daruu salió del baño. Había cambiado su ropa de viaje a una mucho más cómoda y, sobretodo, mucho más adecuada para las temperaturas primaverales de Notsuba: un yukata de manga corta, verde, atados con un cinturón negro; también vestía unos pantalones negros y unas cómodas sandalias de paja. Se había recogido el pelo en una coleta media bastante corta, para estar más fresco.
—¿Qué tal estoy? —Sonrió a Ayame, con las piernas temblando.
Cinco minutos más tarde, lloraba refugiado bajo en chorro de la ducha.
«Que me va a decir que no, que al final no va a querer, que ya verás que tú te estás haciendo muchas ilusiones...»
Veinte minutos más tarde, Daruu salió del baño. Había cambiado su ropa de viaje a una mucho más cómoda y, sobretodo, mucho más adecuada para las temperaturas primaverales de Notsuba: un yukata de manga corta, verde, atados con un cinturón negro; también vestía unos pantalones negros y unas cómodas sandalias de paja. Se había recogido el pelo en una coleta media bastante corta, para estar más fresco.
—¿Qué tal estoy? —Sonrió a Ayame, con las piernas temblando.