2/03/2019, 20:44
(Última modificación: 2/03/2019, 20:45 por Aotsuki Ayame.)
Daruu le soltó la mano, encogiéndose de hombros y señalando la dulce esfera rosada que sostenía.
—Pues... esta en concreto, supongo que porque se desharía bajo la lluvia —respondió, haciendo eco de las suposiciones de Ayame—. Respecto a los helados y los granizados... Bueno, estoy seguro de que cuando vuelvas a Amegakure no te apetecerán tanto —se rio—. ¿Pero en serio no los has probado? ¡Pues un día nos comemos uno, en verano! Claro que sí.
—A lo que me refería es que es injusto que nosotros no podamos disfrutar de estas cosas porque no deja de llover —protestó Ayame, hinchando los mofletes—. ¡Oh! Ahora que lo mencionas probé el granizado de sandía, creo que fue en Uzushiogakure. ¡Eso sí que estaba bueno! Pero no te diré que no a una nueva invitación cuando llegue el calor —concluyó, dedicándole una suave sonrisa.
—Oh, pero hay muchas cosas dulces en Amegakure, empezando por los pasteles que prepara mi madre. Y hablando de mi madre. ¿Has probado alguna vez los Amedama? Aparte de mí. Ya sé que soy todo un caramelito —añadió, sacándose la lengua mientras le guiñaba un ojo.
Y las mejillas de Ayame volvieron a encenderse. Y es que, cuando quería, las palabras de Daruu podían ser tan dulces como la melaza. Resultaba difícil saber cómo defenderse de ellas.
—Pues... lo cierto es que no... —respondió, escondiendo su vergüenza tras su algodón de azúcar—. Mi... mi padre no es muy fan de los dulces, como ya sabes... Las... las caries y esas cosas...
—Pues... esta en concreto, supongo que porque se desharía bajo la lluvia —respondió, haciendo eco de las suposiciones de Ayame—. Respecto a los helados y los granizados... Bueno, estoy seguro de que cuando vuelvas a Amegakure no te apetecerán tanto —se rio—. ¿Pero en serio no los has probado? ¡Pues un día nos comemos uno, en verano! Claro que sí.
—A lo que me refería es que es injusto que nosotros no podamos disfrutar de estas cosas porque no deja de llover —protestó Ayame, hinchando los mofletes—. ¡Oh! Ahora que lo mencionas probé el granizado de sandía, creo que fue en Uzushiogakure. ¡Eso sí que estaba bueno! Pero no te diré que no a una nueva invitación cuando llegue el calor —concluyó, dedicándole una suave sonrisa.
—Oh, pero hay muchas cosas dulces en Amegakure, empezando por los pasteles que prepara mi madre. Y hablando de mi madre. ¿Has probado alguna vez los Amedama? Aparte de mí. Ya sé que soy todo un caramelito —añadió, sacándose la lengua mientras le guiñaba un ojo.
Y las mejillas de Ayame volvieron a encenderse. Y es que, cuando quería, las palabras de Daruu podían ser tan dulces como la melaza. Resultaba difícil saber cómo defenderse de ellas.
—Pues... lo cierto es que no... —respondió, escondiendo su vergüenza tras su algodón de azúcar—. Mi... mi padre no es muy fan de los dulces, como ya sabes... Las... las caries y esas cosas...