3/03/2019, 14:00
Nabi se dejó hacer, y ella, buscando algún lugar apartado, los llevó fuera de la muchedumbre y los puestos de comida y juegos que se esparcían por todo el Jardín de los Cerezos. Fue bastante difícil alejarse lo suficiente para encontrar algo de intimidad, pero al final lo logró, en una zona con un par de bancos de piedra, cerezos florecidos y una pequeña fuente que coronaba el centro de la pequeña plaza. No había nadie, seguramente porque tardaban demasiado en ir de allí al festival, así que una vez ambos shinobi llegaron, Eri soltó la mano de Nabi y se puso frente a él.
Tomó aire.
—Verás, Nabi —empezó, nerviosa, sin dejar su mirada en un punto fijo del paisaje—. Llevo unos meses... Algo confundida, probablemente desde nuestra última misión, en Los Herreros —dijo, recordando su pequeña aventura algo sangrienta en algunos puntos—. Durante mi vida me he dedicado a entrenar y cuidar de mi familia, ligeramente —aquello último lo murmuró, sabiendo que había huido de su madre durante años, aunque ahora estaban bien—. Pero nunca he sido capaz de sentir lo que siento ahora, y es muy extraño —se llevó una mano al pecho, sujetándose la tela de su yukata—. En la misión, tú y yo... Esto... Estuvimos muy juntos cuando nos escondimos, y... Y me puse muy nerviosa, como si mi corazón se acelerase, era algo raro... Y últimamente cada vez que nos veíamos o simplemente me acordaba de ti, aunque intentase actuar normal, por dentro... Era muy raro, porque sentía ganas de verte cuando no estabas, o... —paró, buscando las palabras exactas para definirlo—. Me dolió pelearme contigo, más incluso que con Datsue, y solo estar contigo me hacía sentir un poco mejor, es...
Dejó caer su cabeza.
—No sé cómo definirlo, pero sé que ahora... Ahora estoy feliz, porque estoy contigo.
Tomó aire.
—Verás, Nabi —empezó, nerviosa, sin dejar su mirada en un punto fijo del paisaje—. Llevo unos meses... Algo confundida, probablemente desde nuestra última misión, en Los Herreros —dijo, recordando su pequeña aventura algo sangrienta en algunos puntos—. Durante mi vida me he dedicado a entrenar y cuidar de mi familia, ligeramente —aquello último lo murmuró, sabiendo que había huido de su madre durante años, aunque ahora estaban bien—. Pero nunca he sido capaz de sentir lo que siento ahora, y es muy extraño —se llevó una mano al pecho, sujetándose la tela de su yukata—. En la misión, tú y yo... Esto... Estuvimos muy juntos cuando nos escondimos, y... Y me puse muy nerviosa, como si mi corazón se acelerase, era algo raro... Y últimamente cada vez que nos veíamos o simplemente me acordaba de ti, aunque intentase actuar normal, por dentro... Era muy raro, porque sentía ganas de verte cuando no estabas, o... —paró, buscando las palabras exactas para definirlo—. Me dolió pelearme contigo, más incluso que con Datsue, y solo estar contigo me hacía sentir un poco mejor, es...
Dejó caer su cabeza.
—No sé cómo definirlo, pero sé que ahora... Ahora estoy feliz, porque estoy contigo.