11/03/2019, 20:08
En el momento que Daruu pateó el suelo y creó su técnica, supo que tenía que tomar una decisión. La mujer marioneta había abierto la boca y le escupía una nube tóxica. El niño marioneta flanqueó por el costado, cuchillas en ristre, dispuesto a apuñalarlo. Podía levantar la pierna, abandonando el plan para destruir a la mujer; en ese caso el géiser se tragaría el veneno y no llegaría a darle. Entonces él podría defenderse del niño. Pero para defenderse, Daruu tendría que retirar su espada oculta de las articulaciones de la cola de escorpión, y entonces la mujer podría contraatacar.
Optó por la otra posibilidad.
Daruu tomó aire y recibió la nube de veneno como un viejo amigo, al tiempo que levantaba la pierna. El géiser consumió a la mujer marioneta, haciéndola inusable. Se dio la vuelta justo cuando el niño llegaba a su posición, y liberó la espada, ocultándola rápidamente. Auspiciado por el anonimato de la nube de veneno, que hacía de barrera entre Juro y él, extendió la mano hacia adelante, y liberó un géiser, esta vez desde su mano, que engulló a la otra marioneta antes de que llegase a tocarle. «Segundo problema: eliminado.» Fue entonces cuando no pudo más y tubo que tragar algo de la ponzoña. Saltó hacia atrás, tosiendo, para quedar fuera del alcance, a la derecha de la nube de humo desde la posición de Juro. Clavó la rodilla en tierra, echó mano de su portaobjetos, de donde sacó una pequeña ampolla con un líquido blanquecino. Le quitó el tapón y se tomó el contenido de un trago. «Hostia, tú, qué malo está esto, coño.» ¿Pues no tosió un par de veces más del sabor asqueroso que tenía? Lanzó el cristal a un lado con rabia.
—Guau, Juro-san. Impresionante —dijo, sonriendo. Entonces, se puso serio y se reincorporó—. Pero ya sólo te queda una —añadió, señalando a la marioneta pájaro. La observó con prudencia. Hasta ahora, las dos otras marionetas habían demostrado ser rivales más que dignos. ¿De qué sería capaz teniendo sólo una más?
Al menos, ya no habría más ataques sorpresa coordinados.
Optó por la otra posibilidad.
Daruu tomó aire y recibió la nube de veneno como un viejo amigo, al tiempo que levantaba la pierna. El géiser consumió a la mujer marioneta, haciéndola inusable. Se dio la vuelta justo cuando el niño llegaba a su posición, y liberó la espada, ocultándola rápidamente. Auspiciado por el anonimato de la nube de veneno, que hacía de barrera entre Juro y él, extendió la mano hacia adelante, y liberó un géiser, esta vez desde su mano, que engulló a la otra marioneta antes de que llegase a tocarle. «Segundo problema: eliminado.» Fue entonces cuando no pudo más y tubo que tragar algo de la ponzoña. Saltó hacia atrás, tosiendo, para quedar fuera del alcance, a la derecha de la nube de humo desde la posición de Juro. Clavó la rodilla en tierra, echó mano de su portaobjetos, de donde sacó una pequeña ampolla con un líquido blanquecino. Le quitó el tapón y se tomó el contenido de un trago. «Hostia, tú, qué malo está esto, coño.» ¿Pues no tosió un par de veces más del sabor asqueroso que tenía? Lanzó el cristal a un lado con rabia.
—Guau, Juro-san. Impresionante —dijo, sonriendo. Entonces, se puso serio y se reincorporó—. Pero ya sólo te queda una —añadió, señalando a la marioneta pájaro. La observó con prudencia. Hasta ahora, las dos otras marionetas habían demostrado ser rivales más que dignos. ¿De qué sería capaz teniendo sólo una más?
Al menos, ya no habría más ataques sorpresa coordinados.