13/03/2019, 13:01
El resto de la cena transcurrió en absoluta calma. Los muchachos se habían centrado en sus respectivos platos, y después de disfrutar de una deliciosa tarta de queso como postre, Ayame y Daruu se levantaron de sus respectivos asientos y salieron del comedor juntos.
—Bueno... ¿ha sido un día bonito, v-verdad? —preguntó Daruu, una vez más dentro del ascensor.
A Ayame no le pasó desapercibido el tartamudeo en su voz, ni el hecho de que se acariciaba las manos con gesto nervioso. E inevitablemente se vio contagiada por aquella intranquilidad.
—¡S... Sí! —respondió ella, tratando de ocultar sus sentimientos bajo una aparente máscara de calma y una sonrisa temblorosa—. Y seguro que los siguientes días serán igual de bonitos.
Y en un afán mayor por disimular su angustia, Ayame comenzó a rebuscar en su bolso la llave de la habitación.
«Vamos a dormir juntos... Vamos a dormir juntos... Vamos a dormir juntos...» Gritaba su fuero interno.
—Bueno... ¿ha sido un día bonito, v-verdad? —preguntó Daruu, una vez más dentro del ascensor.
A Ayame no le pasó desapercibido el tartamudeo en su voz, ni el hecho de que se acariciaba las manos con gesto nervioso. E inevitablemente se vio contagiada por aquella intranquilidad.
—¡S... Sí! —respondió ella, tratando de ocultar sus sentimientos bajo una aparente máscara de calma y una sonrisa temblorosa—. Y seguro que los siguientes días serán igual de bonitos.
Y en un afán mayor por disimular su angustia, Ayame comenzó a rebuscar en su bolso la llave de la habitación.
«Vamos a dormir juntos... Vamos a dormir juntos... Vamos a dormir juntos...» Gritaba su fuero interno.