21/10/2015, 12:07
Refunfuñar ya no servia de nada, Reiji había sido enviado por su madre al pueblo de Yachi a realizar una entrega especial y su madre no se le podia decir que no. A veces su madre vendía sus joyas a otras joyerías de fuera de la aldea, pues al estar oculta para el resto del mundo en general solo sus habitantes podían comprar en la joyería. Por ello era necesario comerciar con el mundo exterior y enviar sus creaciones a pueblos que se encontraban por los alrededores de la villa o incluso en otros país
Normalmente se enviaban en caravanas comerciales, pero cuando se trataba de productos muy caros o especiales, la madre de Reiji contrataba los servicios de un Shinobi. Pero aquel día, el hombre que se encargaba de hacer esas entregas se había puesto enfermo, y a ella le costaba confiar en las personas. Así que como el padre de Reiji se encontraba en una misión, le habían encasquetado a él ese trabajo. Y una cosa era ayudar en la joyería pero otra bien distinta viajar unos cuantos kilómetros de distancia.
Tenia que transportar una pequeña bolsa que contenía unos cuantos diamantes. Era un mineral bastante raro, popular y caro. Claro que no para la madre de Reiji, que era capaz de fabricarlos gracias a su herencia genética. Era difícil de entender por que querían comerciar con diamantes en un pueblo en el que se dedicaban a cultivar calabazas. Aunque era cierto que su gran cañón era popular turisticamente, pero aquellas diminutas joyas no se verían desde lo alto del cañón.
Hasta el momento había viajado sin ningun inconveniente, ni un solo bandido ni ladrón, ni un solo conflicto ni molestia. No solo había sido un viaje tranquilo, sino que ademas había sido aburridisimo para él. Por suerte, le quedaban a penas treinta minutos para alcanzar el pueblo si continuaba andando a paso ligero y nadie le interrumpía.
–Ya casi estamos, por fin terminare esto y podré hacer algo mas divertido, como no se… el cubo ese de las caras de colores, por ejemplo, ya sabes a que me refiero.
Habló mirándose en un pequeño espejo de mano circular que se había sacado de su bolsillo. Si alguien le viere podría pensar que estaba algo grillado.
Normalmente se enviaban en caravanas comerciales, pero cuando se trataba de productos muy caros o especiales, la madre de Reiji contrataba los servicios de un Shinobi. Pero aquel día, el hombre que se encargaba de hacer esas entregas se había puesto enfermo, y a ella le costaba confiar en las personas. Así que como el padre de Reiji se encontraba en una misión, le habían encasquetado a él ese trabajo. Y una cosa era ayudar en la joyería pero otra bien distinta viajar unos cuantos kilómetros de distancia.
Tenia que transportar una pequeña bolsa que contenía unos cuantos diamantes. Era un mineral bastante raro, popular y caro. Claro que no para la madre de Reiji, que era capaz de fabricarlos gracias a su herencia genética. Era difícil de entender por que querían comerciar con diamantes en un pueblo en el que se dedicaban a cultivar calabazas. Aunque era cierto que su gran cañón era popular turisticamente, pero aquellas diminutas joyas no se verían desde lo alto del cañón.
Hasta el momento había viajado sin ningun inconveniente, ni un solo bandido ni ladrón, ni un solo conflicto ni molestia. No solo había sido un viaje tranquilo, sino que ademas había sido aburridisimo para él. Por suerte, le quedaban a penas treinta minutos para alcanzar el pueblo si continuaba andando a paso ligero y nadie le interrumpía.
–Ya casi estamos, por fin terminare esto y podré hacer algo mas divertido, como no se… el cubo ese de las caras de colores, por ejemplo, ya sabes a que me refiero.
Habló mirándose en un pequeño espejo de mano circular que se había sacado de su bolsillo. Si alguien le viere podría pensar que estaba algo grillado.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)