15/03/2019, 12:14
Daruu le devolvió la mirada y sus ojos se encontraron: púrpura contra castaño, igual de ansiosos, igual de temerosos. Los dedos de él siguieron acariciando su piel con suavidad y ternura, y ella no pudo evitar estremecerse ante el contacto.
—Llevamos mucho tiempo juntos —le susurró Daruu—, y no tenemos muchas oportunidades para estar solos. Vivimos en un mundo con muchos riesgos. Cualquier día puede pasar algo.
—Eso... no suena muy halagüeño... —respondió ella, con una sonrisa inquieta.
Pero Daruu se acercó aún más a ella, hasta el punto de que sintió la caricia de su respiración en sus mejillas encendidas.
—No quiero desperdiciar ni una noche. Yo también estoy asustado, pero... alguna vez tendremos que hacerlo, y... sólo tengo clara una cosa. No hay mejor persona con quien hacer esto que contigo. Te quiero, Ayame.
—Te quiero...
Sus labios volvieron a encontrarse, y el agarre de Ayame perdió fuerza hasta que sus dedos simplemente se quedaron rodeando la muñeca de Daruu. Dejó que él la desnudara y ambos quedaron igual de expuestos. Pero cualquier tipo de vergüenza quedó rápidamente eclipsada cuando sus cuerpos reaccionaron juntos. Ayame nunca se había sentido así, con la mente tan nublada como si hubiera entrado en un profundo y peligroso genjutsu del que no deseara salir jamás. La situación escapaba a su control y ya no era su mente la que tenía el control. Era su cuerpo el que actuaba, inconsciente, sus manos acariciando la espalda de Daruu, pidiendo por más.
—Llevamos mucho tiempo juntos —le susurró Daruu—, y no tenemos muchas oportunidades para estar solos. Vivimos en un mundo con muchos riesgos. Cualquier día puede pasar algo.
—Eso... no suena muy halagüeño... —respondió ella, con una sonrisa inquieta.
Pero Daruu se acercó aún más a ella, hasta el punto de que sintió la caricia de su respiración en sus mejillas encendidas.
—No quiero desperdiciar ni una noche. Yo también estoy asustado, pero... alguna vez tendremos que hacerlo, y... sólo tengo clara una cosa. No hay mejor persona con quien hacer esto que contigo. Te quiero, Ayame.
—Te quiero...
Sus labios volvieron a encontrarse, y el agarre de Ayame perdió fuerza hasta que sus dedos simplemente se quedaron rodeando la muñeca de Daruu. Dejó que él la desnudara y ambos quedaron igual de expuestos. Pero cualquier tipo de vergüenza quedó rápidamente eclipsada cuando sus cuerpos reaccionaron juntos. Ayame nunca se había sentido así, con la mente tan nublada como si hubiera entrado en un profundo y peligroso genjutsu del que no deseara salir jamás. La situación escapaba a su control y ya no era su mente la que tenía el control. Era su cuerpo el que actuaba, inconsciente, sus manos acariciando la espalda de Daruu, pidiendo por más.