22/03/2019, 12:17
Y Daruu se detuvo, pálido y aterrorizado. Y no era para menos: después de los escándalos que habían montado en la recepción del hotel, ¿qué excusa iban a poner si Ayame, en pos de escapar de aquella tortura, licuaba su cuerpo y terminaba empapando las sábanas? Con suma lentitud, como si estuviera tratando con una bomba a punto de estallar, Daruu se apartó de ella y volvió a tumbarse en su lado de la cama.
—Eres una tramposa de mierda, que lo sepas —bufó, dándole la espalda—. Yo te lo he contado. Hala, buenas noches.
El corazón de Ayame se contrajo de forma dolorosa ante la gelidez de las palabras de su pareja.
—Vamos... no te enfades —susurró, suplicante y llena de pena—. Sólo espera un poco más, por favor, tengo mis motivos para no enseñártelo ahora...
—Eres una tramposa de mierda, que lo sepas —bufó, dándole la espalda—. Yo te lo he contado. Hala, buenas noches.
El corazón de Ayame se contrajo de forma dolorosa ante la gelidez de las palabras de su pareja.
—Vamos... no te enfades —susurró, suplicante y llena de pena—. Sólo espera un poco más, por favor, tengo mis motivos para no enseñártelo ahora...