22/03/2019, 18:44
Daruu hizo un sonido extraño que mediaba entre un bufido y un gimoteo. Sin embargo, volvió a girarse hacia ella y se acurrucó en su pecho.
—Hmpf —emitió, orgulloso—. A la próxima te haré esperar yo también, que lo sepas. Si no me enfado es porque no puedo enfadarme hoy contigo. Hala.
—Vaaaale... vaaale... —concedió ella, con una risilla, mientras acariciaba su pelo despeinado, enredando los dedos entre sus mechones.
Poco a poco, y sin que ninguno de los dos fuera consciente de ello, fueron arrastrados hacia un apacible sueño. El primer sueño que tenían juntos. Aunque enseguida se daría cuenta de que no todo era tan idílico como parecía ser: Se sintió muy mal por ello, pero se vio obligada a despertar a Daruu en más de una ocasión porque sus ronquidos no la dejaban dormir y el resultado de aquello es que Daruu se daba la vuelta, gruñendo y maldiciendo en sueños. En otras ocasiones, él la despertaba a ella tirando de las sábanas o pidiéndole que le dejara más espacio en la cama. Y pese a todo, Ayame supo bien que aquella fue la mejor noche que había tenido nunca. Y por eso, cuando ambos despertaron a la mañana siguiente y sus ojos somnolientos se encontraron, ambos se sonrojaron y Ayame no pudo reprimir una sonrisa cuando se abrazaron con fuerza.
—Buenos días —respondió ella, con un sonoro bostezo—. ¿Qué tal has dormido? —preguntó, mientras se apartaba de él y recogía nueva ropa que ponerse aquel día.
—Hmpf —emitió, orgulloso—. A la próxima te haré esperar yo también, que lo sepas. Si no me enfado es porque no puedo enfadarme hoy contigo. Hala.
—Vaaaale... vaaale... —concedió ella, con una risilla, mientras acariciaba su pelo despeinado, enredando los dedos entre sus mechones.
Poco a poco, y sin que ninguno de los dos fuera consciente de ello, fueron arrastrados hacia un apacible sueño. El primer sueño que tenían juntos. Aunque enseguida se daría cuenta de que no todo era tan idílico como parecía ser: Se sintió muy mal por ello, pero se vio obligada a despertar a Daruu en más de una ocasión porque sus ronquidos no la dejaban dormir y el resultado de aquello es que Daruu se daba la vuelta, gruñendo y maldiciendo en sueños. En otras ocasiones, él la despertaba a ella tirando de las sábanas o pidiéndole que le dejara más espacio en la cama. Y pese a todo, Ayame supo bien que aquella fue la mejor noche que había tenido nunca. Y por eso, cuando ambos despertaron a la mañana siguiente y sus ojos somnolientos se encontraron, ambos se sonrojaron y Ayame no pudo reprimir una sonrisa cuando se abrazaron con fuerza.
—Buenos días —respondió ella, con un sonoro bostezo—. ¿Qué tal has dormido? —preguntó, mientras se apartaba de él y recogía nueva ropa que ponerse aquel día.