24/10/2015, 15:14
Lentamente regresaba a su rostro la expresión habitual, ya que sonreía con facilidad pero en cambio reírse como tal era algo un poco inusual. Estando ya en normalidad, pudo escuchar como desde la parte trasera Eri le hacia una pregunta. Kazuma planeaba contestarle normalmente, pero cuando giro su rostro ya tenía la mano de la jovencita puesta sobre sus cabellos. Durante un momento se sintió sorprendido, pero rápidamente vio que le estaban retirando algunas plumas que se le habían quedado encima. Antes de que pudiera decir cualquier cosa al respecto, aquella joven se retiro a su asiento, y mientras paseaba las plumas por sus manos realizo otra pregunta.
El Ishimura no estaba seguro de cómo reaccionar, pues por un momento se sintió irritado, ya que era muy receloso con su cabello, prácticamente nunca permitía que alguien se lo tocara. Por otra parte se sentía un poco avergonzado puesto que estaba consciente de que la jovencita solo había sido amable y no había razón de molestarse.
—Gracias —dijo por lo bajo, mientras en su cara, se podía observar un leve rubor.
Luego de guardar silencio por unos instantes recordó que le habían hecho una pregunta.
—En realidad así es. Se trata de una espacio de hierba baja bastante amplio y con mucha brisa, en realidad es mas como un gran claro donde los chiquillos pueden correr y jugar tranquilamente.
Habiendo dejado claro hacia donde se dirigían el cochero apresuro un poco el paso del animal. Al principio parecía que solo daban giros y desvíos entre la gran cantidad de arboles. Pero al final llegaría al lugar indicado.
Incluso antes de que el carruaje saliera de entre la cortina de arboles, se podía escuchar el lejano e inconfundible sonido de la risas infantiles. Al avanzar un poco mas por el borde del claro se pudo apreciar lo idílico del lugar: Un área completamente plana, repleta de césped de un color lleno de vitalidad, el sol brillando con fuerza en un cielo despejado y poco menos de una docena de chicos que corrían de un lado a otro mientras dejaban que la fuerza del viento sacudiera sus cabellos y elevara sus cometas.
—Bonito lugar ¿cierto? —dijo mientras se giraba para ver a su pasajera.
El Ishimura no estaba seguro de cómo reaccionar, pues por un momento se sintió irritado, ya que era muy receloso con su cabello, prácticamente nunca permitía que alguien se lo tocara. Por otra parte se sentía un poco avergonzado puesto que estaba consciente de que la jovencita solo había sido amable y no había razón de molestarse.
—Gracias —dijo por lo bajo, mientras en su cara, se podía observar un leve rubor.
Luego de guardar silencio por unos instantes recordó que le habían hecho una pregunta.
—En realidad así es. Se trata de una espacio de hierba baja bastante amplio y con mucha brisa, en realidad es mas como un gran claro donde los chiquillos pueden correr y jugar tranquilamente.
Habiendo dejado claro hacia donde se dirigían el cochero apresuro un poco el paso del animal. Al principio parecía que solo daban giros y desvíos entre la gran cantidad de arboles. Pero al final llegaría al lugar indicado.
Incluso antes de que el carruaje saliera de entre la cortina de arboles, se podía escuchar el lejano e inconfundible sonido de la risas infantiles. Al avanzar un poco mas por el borde del claro se pudo apreciar lo idílico del lugar: Un área completamente plana, repleta de césped de un color lleno de vitalidad, el sol brillando con fuerza en un cielo despejado y poco menos de una docena de chicos que corrían de un lado a otro mientras dejaban que la fuerza del viento sacudiera sus cabellos y elevara sus cometas.
—Bonito lugar ¿cierto? —dijo mientras se giraba para ver a su pasajera.