27/03/2019, 16:59
(Última modificación: 27/03/2019, 18:05 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Tras varios traspiés más y después de varias quejas de Kokuō entrelazándose con las disculpas de Ayame, la muchacha consiguió ponerse en pie y apartarse del Bijū, que la miraba con los ojos entrecerrados y con las ganas de devolverle una colleja como mínimo adivinándose en sus iris aguamarina. No fue hasta aquel entonces cuando Ayame se dio cuenta de lo terriblemente cansada que estaba. Resollando con esfuerzo, y con las piernas temblorosas, la muchacha bajó de la roca con sumo cuidado para no caer y terminó de rodillas sobre el césped.
—Qu... ¿Qué ocurre? —balbuceó, sumamente confundida. ¿Sólo dos intentos de la técnica habían bastado para dejarla así? ¡Se sentía como si hubiese estado corriendo por más de veinte minutos!
Sin embargo, obstinada como sólo ella podía ser, Ayame se levantó tambaleándose y acercó sendas manos, con todas las intenciones de volverlo a intentar.
—Qu... ¿Qué ocurre? —balbuceó, sumamente confundida. ¿Sólo dos intentos de la técnica habían bastado para dejarla así? ¡Se sentía como si hubiese estado corriendo por más de veinte minutos!
Sin embargo, obstinada como sólo ella podía ser, Ayame se levantó tambaleándose y acercó sendas manos, con todas las intenciones de volverlo a intentar.