27/03/2019, 19:21
—Lo sabe —escuchó a Daruu detrás de ella, junto a la roca sobre la que estaba sentada Kokuō—. Pero aún así no dejará de intentarlo hasta que caiga inconsciente. Ayame, por esto mismo todavía no eres chuunin —añadió el muchacho, directo a la llaga, certero como el pico de un cuervo—. No eres consciente de tus propias limitaciones. Hay que saber valorar la situación de uno mismo antes de ponerse en riesgo. Para aprender a usar esta técnica, y a llevar la placa, deberías de aprender también a contenerte. Sólo entonces podrás demostrarte a ti misma que estás a la altura. Y a los demás.
Ayame apretó las mandíbulas, tan fuerte que sus dientes chirriaron. La debilidad física había hecho pedazos su caparazón, mostrando en todo su esplendor el dolor que estaba sintiendo Ayame desde hacía tiempo.
—No... Te... equivocas —siseó, haciendo acopio de fuerzas para apoyar los brazos en el suelo e incorporar el torso—. ¡No soy Chūnin porque fui una estúpida que se dejó llevar por el idiota de Uchiha Datsue! —Llena de rabia, sus dedos se cerraron sobre la tierra en sendos puños, dibujando cinco arañazos a su paso—. ¡No soy Chūnin porque cuando puse un pie fuera de la aldea uno de esos estúpidos Generales me encontró, me abatió de un solo golpe y revirtió el sello, aprisionándome! ¡No soy Chūnin porque Yui-sama no confía en mí después de todo eso!
Un mes había pasado desde que regresara a la normalidad, ¡y el silencio de la Arashikage es lo único que había recibido como respuesta a su solicitud de una segunda oportunidad!
¡BAM! La tierra tembló bajo su puño cuando lo golpeó con todas sus fuerzas. Un doloroso nudo había cerrado su garganta, las lágrimas volvían a rodar por sus mejillas. Rompió a llorar sin poder evitarlo.
»Si no fuera consciente de mis limitaciones me habría lanzado contra Kuroyuki sin pensarlo dos veces. ¡Pero no lo hice! ¡Traté de huir y regresar a salvo! ¡¿De qué sirvió que me tomara tantas molestias ocultándome con esa estúpida capa y ese antifaz?! ¡Nada sirve de nada! ¡Todo lo que hago es inútil!
Ayame apretó las mandíbulas, tan fuerte que sus dientes chirriaron. La debilidad física había hecho pedazos su caparazón, mostrando en todo su esplendor el dolor que estaba sintiendo Ayame desde hacía tiempo.
—No... Te... equivocas —siseó, haciendo acopio de fuerzas para apoyar los brazos en el suelo e incorporar el torso—. ¡No soy Chūnin porque fui una estúpida que se dejó llevar por el idiota de Uchiha Datsue! —Llena de rabia, sus dedos se cerraron sobre la tierra en sendos puños, dibujando cinco arañazos a su paso—. ¡No soy Chūnin porque cuando puse un pie fuera de la aldea uno de esos estúpidos Generales me encontró, me abatió de un solo golpe y revirtió el sello, aprisionándome! ¡No soy Chūnin porque Yui-sama no confía en mí después de todo eso!
Un mes había pasado desde que regresara a la normalidad, ¡y el silencio de la Arashikage es lo único que había recibido como respuesta a su solicitud de una segunda oportunidad!
¡BAM! La tierra tembló bajo su puño cuando lo golpeó con todas sus fuerzas. Un doloroso nudo había cerrado su garganta, las lágrimas volvían a rodar por sus mejillas. Rompió a llorar sin poder evitarlo.
»Si no fuera consciente de mis limitaciones me habría lanzado contra Kuroyuki sin pensarlo dos veces. ¡Pero no lo hice! ¡Traté de huir y regresar a salvo! ¡¿De qué sirvió que me tomara tantas molestias ocultándome con esa estúpida capa y ese antifaz?! ¡Nada sirve de nada! ¡Todo lo que hago es inútil!