30/03/2019, 01:21
— G-gracias por el lugar, de verdad. Necesito un buen descanso. Pero no hace falta que te esfuerces. — dijo Juro. Después, para no ser descortes, abrió la lata de refresco que Daruu le había dado, y un dio un buen trago. De pronto, se dio cuenta de que estaba sediendo. Tomo otro —. ¡Oye! ¡Esto no está nada mal!
—Oh, ¡claro que no! La Ame-Cola es el mejor refresco carbonatado de todo el País de la Tormenta —dijo—. La única bebida que me gusta más es la hidromiel pluvial de Los kunai cruzados. —Daruu pasó al lado de Juro y entró dentro de casa.
» Dime, Daruu-san, ¿Te gusta cocinar? — Desde luego, la oferta le había sorprendido.
Se dio la vuelta un momento.
—¡Sí! —contestó, orgulloso—. De hecho, si no me hubiera dedicado a ser ninja, probablemente habría sido mi segunda opción. Mi madre tiene una cafetería en Amegakure. Aprendí de ella, aunque ella sobretodo lo que sabe hacer son pasteles.
El amejin entró en la cocina y preparó los utensilios para cocinar la pizza. Cogió harina, levadura, agua, aceite y sal e hizo su magia sobre el banco de la isla de mármol. Por primera vez en mucho tiempo Daruu volvía a socializar haciendo pizza para los demás. No era algo que acostumbrase a hacer últimamente, así que el muchacho disfrutó de la elaboración desde el principio hasta el final. Mientras la masa reposaba el muchacho cogió una tabla de cortar y unas cebollas; las cortó, las sofrió en la sartén con un buen chorro de aceite y un poco de bacon, y sacó un paquete de nata líquida de la nevera, que virtió sobre el sofrito. Removió bien, añadió queso en polvo, y cuando empezó a espesar y a borbotear lo apartó del fuego.
Con la masa, hizo un gran disco extendiendo con cuidado, que cubrió con su salsa carbonara especial. Echó por encima más queso y más bacon, y luego un poco de salsa barbacoa. Ahora sólo quedaba meterla en el horno. Daruu se sacudió las manos y volvió con Juro, estuviese donde estuviese.
—¿Y qué tal todo por Kusagakure, tío?
—Oh, ¡claro que no! La Ame-Cola es el mejor refresco carbonatado de todo el País de la Tormenta —dijo—. La única bebida que me gusta más es la hidromiel pluvial de Los kunai cruzados. —Daruu pasó al lado de Juro y entró dentro de casa.
» Dime, Daruu-san, ¿Te gusta cocinar? — Desde luego, la oferta le había sorprendido.
Se dio la vuelta un momento.
—¡Sí! —contestó, orgulloso—. De hecho, si no me hubiera dedicado a ser ninja, probablemente habría sido mi segunda opción. Mi madre tiene una cafetería en Amegakure. Aprendí de ella, aunque ella sobretodo lo que sabe hacer son pasteles.
El amejin entró en la cocina y preparó los utensilios para cocinar la pizza. Cogió harina, levadura, agua, aceite y sal e hizo su magia sobre el banco de la isla de mármol. Por primera vez en mucho tiempo Daruu volvía a socializar haciendo pizza para los demás. No era algo que acostumbrase a hacer últimamente, así que el muchacho disfrutó de la elaboración desde el principio hasta el final. Mientras la masa reposaba el muchacho cogió una tabla de cortar y unas cebollas; las cortó, las sofrió en la sartén con un buen chorro de aceite y un poco de bacon, y sacó un paquete de nata líquida de la nevera, que virtió sobre el sofrito. Removió bien, añadió queso en polvo, y cuando empezó a espesar y a borbotear lo apartó del fuego.
Con la masa, hizo un gran disco extendiendo con cuidado, que cubrió con su salsa carbonara especial. Echó por encima más queso y más bacon, y luego un poco de salsa barbacoa. Ahora sólo quedaba meterla en el horno. Daruu se sacudió las manos y volvió con Juro, estuviese donde estuviese.
—¿Y qué tal todo por Kusagakure, tío?