4/04/2019, 20:56
—¿Qué se supone que debo hacer contigo ahora, eh? ¿Entregarte a las autoridades de la ciudad?
Calabaza dio un respingo de sorpresa al escuchar aquella voz dirigiéndose a él. Sus ojos, temerosos, no tardaron en ubicar a la emisora; Ayame, la kunoichi que había estado ayudando a los itinerantes. El joven retrocedió unos cuantos pasos, encogido por puro instinto, con palpable temor ante lo que aquella ninja pudiera hacerle. Al fin y al cabo, Ayame era una kunoichi de Amegakure. Y el hecho de que no le hubiese reconocido antes, no implicaba que no pudiera hacerlo ahora.
Balbuceando unas pobres excusas y sin atreverse a alzar la mirada, Calabaza jugueteaba nerviosamente con ambas manos tras la espalda.
—Yo... Eh... Yo no he hecho nada... ¿No me he llevado el dinero, no? N... Nadie ha salido perjudicado —articuló finalmente—. P... P... Por favor, yo solo... Solo intento ganarme el pan. No tengo nada, no me queda nada...
A la vista estaba que un yonqui como Calabaza jamás podría escapar de una ninja, ni aunque lo intentase durante mil años, por lo que jugar la carta del corazón era su única opción... Y él era realmente malo en eso.
—No, por favor, a los guardias no... No...
Calabaza dio un respingo de sorpresa al escuchar aquella voz dirigiéndose a él. Sus ojos, temerosos, no tardaron en ubicar a la emisora; Ayame, la kunoichi que había estado ayudando a los itinerantes. El joven retrocedió unos cuantos pasos, encogido por puro instinto, con palpable temor ante lo que aquella ninja pudiera hacerle. Al fin y al cabo, Ayame era una kunoichi de Amegakure. Y el hecho de que no le hubiese reconocido antes, no implicaba que no pudiera hacerlo ahora.
Balbuceando unas pobres excusas y sin atreverse a alzar la mirada, Calabaza jugueteaba nerviosamente con ambas manos tras la espalda.
—Yo... Eh... Yo no he hecho nada... ¿No me he llevado el dinero, no? N... Nadie ha salido perjudicado —articuló finalmente—. P... P... Por favor, yo solo... Solo intento ganarme el pan. No tengo nada, no me queda nada...
A la vista estaba que un yonqui como Calabaza jamás podría escapar de una ninja, ni aunque lo intentase durante mil años, por lo que jugar la carta del corazón era su única opción... Y él era realmente malo en eso.
—No, por favor, a los guardias no... No...