5/04/2019, 14:04
Los muchachos habían tenido suficientes cosas de ninjas por ahora, de modo que se dirigieron al Patito Montés para darse una ducha y descansar antes de retomar de nuevo aquél viaje que se suponía que iba a ser dedicado al descanso y a la relación. Daruu se metió en la ducha primero, y cuando salió, se tiró en la cama feliz y relajado. Cuando Ayame terminó, le preguntó desde el aseo si tenía algo pensado para comer.
—Pues la verdad es que no —canturreó Daruu alegremente—. Pero eso es lo bonito, ¿no?
Y así pues, Ayame y Daruu salieron de nuevo a la aventura en Notsuba. Esta vez se dirigieron a la parte norte de la ciudad, donde dio la casualidad de que se toparon con un parque enorme. Un parque que casi parecía un bosque, con árboles grandes y riachuelos, un parque que habría sido impensable encontrarse en Amegakure. Por ese mismo motivo, fascinados, y aunque ya tenían hambre, se metieron de lleno a dar un buen paseo. Fue una grata sorpresa que dentro del parque hubieran varios bares con terracitas. Daruu señaló una de ellas, emocionado, y tiró de la mano de Ayame para guiarla a una mesa desocupada.
El bar estaba en un claro con suelo de grava. Las mesas y sillas estaban todas al aire libre, de aluminio. Una caseta de madera hacía de refugio para los camareros y los cocineros. Tras la barra había un hombre regordete que le estaba sirviendo una cerveza a una mujer con el pelo castaño y unos músculos más grandes que el diámetro del cuello de Daruu.
Daruu se sentó en la mesa libre y cogió un cartoncillo que había en medio de la mesa.
—¿¡Cómo!? —exclamó—. ¡Que te ponen comida con la bebida! ¿Pero cómo ganan dinero? ¡Si encima está baratísimo!
—Pues la verdad es que no —canturreó Daruu alegremente—. Pero eso es lo bonito, ¿no?
Y así pues, Ayame y Daruu salieron de nuevo a la aventura en Notsuba. Esta vez se dirigieron a la parte norte de la ciudad, donde dio la casualidad de que se toparon con un parque enorme. Un parque que casi parecía un bosque, con árboles grandes y riachuelos, un parque que habría sido impensable encontrarse en Amegakure. Por ese mismo motivo, fascinados, y aunque ya tenían hambre, se metieron de lleno a dar un buen paseo. Fue una grata sorpresa que dentro del parque hubieran varios bares con terracitas. Daruu señaló una de ellas, emocionado, y tiró de la mano de Ayame para guiarla a una mesa desocupada.
El bar estaba en un claro con suelo de grava. Las mesas y sillas estaban todas al aire libre, de aluminio. Una caseta de madera hacía de refugio para los camareros y los cocineros. Tras la barra había un hombre regordete que le estaba sirviendo una cerveza a una mujer con el pelo castaño y unos músculos más grandes que el diámetro del cuello de Daruu.
Daruu se sentó en la mesa libre y cogió un cartoncillo que había en medio de la mesa.
—¿¡Cómo!? —exclamó—. ¡Que te ponen comida con la bebida! ¿Pero cómo ganan dinero? ¡Si encima está baratísimo!
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)