5/04/2019, 16:43
El arrebato de ira de Ayame cogió totalmente desprevenido a Calabaza, que todavía no se habituaba a las reacciones de aquella kunoichi. Tan rápido podía mostrarse bondadosa y comprensiva, como estallar en una erupción de ira incontenida. Por acto reflejo el yonqui retrocedió otros tantos pasos, apretando el chivato de omoide contra su pecho como si se tratara de su hijo recién nacido. Con el estoicismo del pirado, Calabaza aguantó aquel chaparrón de reprimendas que, en el fondo, sabía eran ciertas. Y sin embargo, no pudo permitirse el lujo de admitírselo a sí mismo, porque eso habría implicado que Uchiha Akame todavía estaba vivo.
Y todo Oonindo sabía que aquel shinobi había muerto.
Calabaza balbuceó algunas palabras inconexas antes de lograr armar una frase con sentido, a caballo entre la culpa y la frustración.
—¿Qué m... m... mmmm... me destruirá, señorita? ¿Es que acaso... Acaso no me ve? ¡Yo ya estoy arruinado! No queda nada para mí en este mundo... —abrió las manos junto a su pecho y le dedicó una mirada tierna a su bolsita de omoide—. Este... Este mundo, me asquea... ¡Me dan ganas de vomitar! Yo... Todo cuanto quiero es... Recordar. Esto es para recordar.
Alzó el chivato de magia azul para que Ayame pudiera verlo bien, y luego se pasó la mano derecha por su calabaza llena de sake caliente.
—Y esto para olvidar.
Un escalofrío recorrió su espalda de arriba a abajo. Sintió una mezcla de lástima y rabia por Ayame.
—Señorita, usted... Usted no sabe. ¡En este mundo es inútil luchar! Por mucho que... Que... Se esfuerce, por mucho que pelee... Al final se lo arrebatarán todo. Todo, y no puedes hacer nada... No puedes hacer nada por evitarlo. Usted también... Lo perderá, cuando se hayan cansado... Ellos... Ellos... La tirarán a la basura como a ropa usada.
Y todo Oonindo sabía que aquel shinobi había muerto.
Calabaza balbuceó algunas palabras inconexas antes de lograr armar una frase con sentido, a caballo entre la culpa y la frustración.
—¿Qué m... m... mmmm... me destruirá, señorita? ¿Es que acaso... Acaso no me ve? ¡Yo ya estoy arruinado! No queda nada para mí en este mundo... —abrió las manos junto a su pecho y le dedicó una mirada tierna a su bolsita de omoide—. Este... Este mundo, me asquea... ¡Me dan ganas de vomitar! Yo... Todo cuanto quiero es... Recordar. Esto es para recordar.
Alzó el chivato de magia azul para que Ayame pudiera verlo bien, y luego se pasó la mano derecha por su calabaza llena de sake caliente.
—Y esto para olvidar.
Un escalofrío recorrió su espalda de arriba a abajo. Sintió una mezcla de lástima y rabia por Ayame.
—Señorita, usted... Usted no sabe. ¡En este mundo es inútil luchar! Por mucho que... Que... Se esfuerce, por mucho que pelee... Al final se lo arrebatarán todo. Todo, y no puedes hacer nada... No puedes hacer nada por evitarlo. Usted también... Lo perderá, cuando se hayan cansado... Ellos... Ellos... La tirarán a la basura como a ropa usada.