7/04/2019, 23:55
—G... Gracias... Yo... Lo haré, lo prometo. Seré mejor... —dijo Calabaza, y Ayame de verdad deseó con todo su corazón que fuera verdad. Pero sabía muy bien que aquella era una tarea difícil. Muy difícil. La tentación de la droga era demasiado suculenta, y era mucho más fácil dejarse llevar por la adicción y seguir consumiéndola que cortar de raíz una relación tan tóxica como placentera. Ella misma lo había visto de cerca, dentro de su propia casa. En su propia familia. Del hombre al que ella consideraba el más fuerte del mundo.
Sin embargo, se sorprendió al verle frotarse los ojos y sus labios curvándose en una sonrisa rota.
—Eres... Eres buena persona. Me recuerdas a alguien... Alguien que conocí hace mucho, mucho tiempo.
Un cálido sentimiento aleteó en el pecho de la muchacha, que no pudo reprimir una radiante sonrisa. La primera, quizás, que Calabaza -incluso como Akame- habría visto en ella jamás. La muchacha se acuclilló para quedar a una altura más cercana a la suya y no seguir mirándole desde lo alto.
—Todos necesitamos ayuda en algún momento. Y puede que yo no haya pasado por lo mismo que tú, pero me han tendido la mano más de una vez para salvarme la vida... o incluso para salvarme de mí misma. Quiero hacer lo mismo por los demás, aunque lo que pueda hacer sea pequeño y minúsculo... Además, esa fue una de las razones por la que me hice kunoichi: ayudar a los demás.
»¿Sabes? —añadió, ladeando la cabeza. Y un mechón de cabello oscuro como la noche, resbaló por delante de su hombro—. Tú también me recuerdas a alguien... No sé si será tu cara, o tu voz... o quizás tus ojos —Pocas veces había visto unos ojos tan oscuros como los suyos—. Pero lo siento como si nos hubiéramos visto antes. O quizás es mi mente jugándome un déjà vu —rio.
Sin embargo, se sorprendió al verle frotarse los ojos y sus labios curvándose en una sonrisa rota.
—Eres... Eres buena persona. Me recuerdas a alguien... Alguien que conocí hace mucho, mucho tiempo.
Un cálido sentimiento aleteó en el pecho de la muchacha, que no pudo reprimir una radiante sonrisa. La primera, quizás, que Calabaza -incluso como Akame- habría visto en ella jamás. La muchacha se acuclilló para quedar a una altura más cercana a la suya y no seguir mirándole desde lo alto.
—Todos necesitamos ayuda en algún momento. Y puede que yo no haya pasado por lo mismo que tú, pero me han tendido la mano más de una vez para salvarme la vida... o incluso para salvarme de mí misma. Quiero hacer lo mismo por los demás, aunque lo que pueda hacer sea pequeño y minúsculo... Además, esa fue una de las razones por la que me hice kunoichi: ayudar a los demás.
»¿Sabes? —añadió, ladeando la cabeza. Y un mechón de cabello oscuro como la noche, resbaló por delante de su hombro—. Tú también me recuerdas a alguien... No sé si será tu cara, o tu voz... o quizás tus ojos —Pocas veces había visto unos ojos tan oscuros como los suyos—. Pero lo siento como si nos hubiéramos visto antes. O quizás es mi mente jugándome un déjà vu —rio.