8/04/2019, 17:32
Ebisu observó atentamente al muchacho pelirrojo que acababa de entrar en escena, empapado de pies a cabeza y balbuceando algo sobre tardar mucho tiempo en salir de un charco. Su expresión —de por sí cansada— mudó a una que se diferenciaba de la anterior tan sólo en que tenía una ceja levantada con cierto escepticismo. Sin decir nada, el chuunin le indicó a Raitaro que se acercara y tomase asiento en la mesa que él mismo ocupaba.
—Pero ten cuidado, no me vayas a mojar los expedientes, que luego me comeré yo la bronca por no devolverlos intactos —apostilló. «Qué lata...»
El otro alumno estaba ya en la cafetería; Ebisu le había visto hacía un rato, durmiendo como un perezoso sobre una de las mesas. Al escuchar la tonada de las diez de la mañana, el genin se había despertado, pero parecía desorientado y confuso. Ebisu se volteó ligeramente sobre su asiento y llamó la atención de Samidare.
—¡Oeh, Samidare-kun! Que es por aquí, muchacho. ¡Espabila! A este paso van a tener que ponerte un carril de luces fluorescentes —luego se volvió de nuevo hacia la mesa, donde ya estaba Raitaro.
«Qué lata...»
Cuando ambos muchachos estuvieron sentados frente a él, Ebisu le dio un sorbo a su café mientras los observaba con sus ojos marrones y tranquilos.
—Yotsuki Raitaro y Senju Samidare —leyó en voz alta sus nombres, escritos en los expedientes que tenía sobre la mesa—. Coño, ¿no os habrán puesto en el mismo equipo para equilibrar? Si casi podríais ser padre e hijo... —comentó, con una media sonrisa. Le daba demasiada pereza poner una sonrisa entera—. Veamos, ambos usáis el Raiton, ambos sois buenos en combate cercano... Meh, qué poca sinergia. ¿No se supone que los gennin de un equipo deben complementarse con sus habilidades? ¿Quién hace estos emparejamientos?
El chuunin sacudió la cabeza. Luego tomó otro sorbo de café, con tan mal tino que parte de la bebida se le derramó por la comisura del labio, manchándole la camisa del uniforme.
—Qué le vamos a hacer, habrá que trabajar con lo que hay —suspiró. Pese a todo, no parecía que sus comentarios quisieran ser hirientes para con los chicos; más bien se lamentaba por sí mismo, y de su mala suerte. Algo bastante habitual en él—. Qué lata, me he puesto perdido... A ver, vuestra primera misión. Rango D, traedme una servilleta.
—Pero ten cuidado, no me vayas a mojar los expedientes, que luego me comeré yo la bronca por no devolverlos intactos —apostilló. «Qué lata...»
El otro alumno estaba ya en la cafetería; Ebisu le había visto hacía un rato, durmiendo como un perezoso sobre una de las mesas. Al escuchar la tonada de las diez de la mañana, el genin se había despertado, pero parecía desorientado y confuso. Ebisu se volteó ligeramente sobre su asiento y llamó la atención de Samidare.
—¡Oeh, Samidare-kun! Que es por aquí, muchacho. ¡Espabila! A este paso van a tener que ponerte un carril de luces fluorescentes —luego se volvió de nuevo hacia la mesa, donde ya estaba Raitaro.
«Qué lata...»
Cuando ambos muchachos estuvieron sentados frente a él, Ebisu le dio un sorbo a su café mientras los observaba con sus ojos marrones y tranquilos.
—Yotsuki Raitaro y Senju Samidare —leyó en voz alta sus nombres, escritos en los expedientes que tenía sobre la mesa—. Coño, ¿no os habrán puesto en el mismo equipo para equilibrar? Si casi podríais ser padre e hijo... —comentó, con una media sonrisa. Le daba demasiada pereza poner una sonrisa entera—. Veamos, ambos usáis el Raiton, ambos sois buenos en combate cercano... Meh, qué poca sinergia. ¿No se supone que los gennin de un equipo deben complementarse con sus habilidades? ¿Quién hace estos emparejamientos?
El chuunin sacudió la cabeza. Luego tomó otro sorbo de café, con tan mal tino que parte de la bebida se le derramó por la comisura del labio, manchándole la camisa del uniforme.
—Qué le vamos a hacer, habrá que trabajar con lo que hay —suspiró. Pese a todo, no parecía que sus comentarios quisieran ser hirientes para con los chicos; más bien se lamentaba por sí mismo, y de su mala suerte. Algo bastante habitual en él—. Qué lata, me he puesto perdido... A ver, vuestra primera misión. Rango D, traedme una servilleta.