8/04/2019, 23:24
(Última modificación: 8/04/2019, 23:25 por Aotsuki Ayame.)
Pero Ayame no consiguió escuchar nada más. Si se habían marchado ya o si habían bajado su tono de voz hasta que se mezcló con el resto de personas que les rodeaban, era algo que no llegaría a saber.
«Espero que Yuki consiga averiguar algo...» Pensó para sí, con un renovado suspiro.
Aún así, ambos se quedaron más tiempo en el improvisado chiringuito. De hecho, se quedaron tanto tiempo que se pidieron hasta cuatro bebidas con sus respectivas tapas. Y para cuando acabaron, Ayame supo con total certeza que aquella noche no iba a cenar.
—Mierda, y yo que creía que me podía olvidar de esa puta... —murmuró Daruu, una vez se hubieron levantado para marcharse—. Ahora ya no hay manera de hacerlo. Está detrás de mamá, Ayame. Eso significa que si ella no acaba accediendo a las provocaciones, la pincharán hasta que lo haga. Y entonces le tenderán una trampa y la matarán.
»De hecho, es probable que por eso sigan conservando mi Byakugan. En algún momento, dejarán caer a Kiroe que todavía tienen mis ojos para atraerla. O eso, o la chantajearán. Su vida a cambio de mis ojos. Y sabes lo que escogería ella. Ya lo sabes.
—No le dejaremos hacerlo —resolvió Ayame, más convencida que nunca. Sacó de su bolso la pequeña libreta que siempre acostumbraba a llevar consigo, la abrió por una determinada página y se la tendió a Daruu. En aquella hoja, varios trazos de lapiz habían dibujado la silueta de una hermosa mujer y, junto a ella, varias anotaciones rezaban cosas como "cabellos rubios", "ojos verdes", "técnicas de seducción". Era un retrato de Naia.
Ayame se encogió de hombros, clamando por su inocencia.
«Espero que Yuki consiga averiguar algo...» Pensó para sí, con un renovado suspiro.
Aún así, ambos se quedaron más tiempo en el improvisado chiringuito. De hecho, se quedaron tanto tiempo que se pidieron hasta cuatro bebidas con sus respectivas tapas. Y para cuando acabaron, Ayame supo con total certeza que aquella noche no iba a cenar.
—Mierda, y yo que creía que me podía olvidar de esa puta... —murmuró Daruu, una vez se hubieron levantado para marcharse—. Ahora ya no hay manera de hacerlo. Está detrás de mamá, Ayame. Eso significa que si ella no acaba accediendo a las provocaciones, la pincharán hasta que lo haga. Y entonces le tenderán una trampa y la matarán.
»De hecho, es probable que por eso sigan conservando mi Byakugan. En algún momento, dejarán caer a Kiroe que todavía tienen mis ojos para atraerla. O eso, o la chantajearán. Su vida a cambio de mis ojos. Y sabes lo que escogería ella. Ya lo sabes.
—No le dejaremos hacerlo —resolvió Ayame, más convencida que nunca. Sacó de su bolso la pequeña libreta que siempre acostumbraba a llevar consigo, la abrió por una determinada página y se la tendió a Daruu. En aquella hoja, varios trazos de lapiz habían dibujado la silueta de una hermosa mujer y, junto a ella, varias anotaciones rezaban cosas como "cabellos rubios", "ojos verdes", "técnicas de seducción". Era un retrato de Naia.
Ayame se encogió de hombros, clamando por su inocencia.