11/04/2019, 23:05
El pobre Calabaza trató de darse a la fuga como buenamente pudo, pero aquel arácnido parlanchín parecía muy empeñado en interponerse en su camino. Cuando la araña le saltó al paso, el indigente la esquivó con un veloz paso lateral —¿tal vez demasiado veloz para un yonqui?— y prosiguió su carrera hacia las calles aledañas. Al abrigo de la oscuridad, Calabaza tenía una ventaja sobre los dos kusajines; él conocía la zona. Si lograba internarse en alguna de las callejas adyacentes, le sería extremadamente fácil dar esquinazo a todos sus perseguidores.
Por su parte, Daigo se apresuró a perseguir a Ashi el Junco. Sin embargo, estaba a punto de descubrir que el sicario no sólo era más ágil que él —sustancialmente—, sino que además jugaba con la misma ventaja que Calabaza; conocimiento del terreno. Cuando el genin de pelo verde sorteó la nube de humo y cayó al otro lado, ya no había rastro del larguilucho. Probablemente había huído por los callejones adyacentes, en dirección derecha o izquierda.
Mientras, Ushi seguía manteniendo su postura de guardia y observando a Yota. El ninja que antes les había atacado sin previo aviso no parecía dispuesto a mover ficha ahora, y su compañero se había colocado en la retaguardia del Toro; una posición problemática. Así, Ushi resolvió que su mejor baza era hacer lo que mejor se le daba. Embestir. Blandiendo sus dos nunchakus, el sicario cargó ferozmente contra Yota. Primero lanzó uno de sus nunchakus para intentar apresarle el brazo derecho, y luego tiró con fuerza para desequilibrarle. Aprovechando la ocasión, intentó darle un tremendo golpetazo en la cabeza con su otro arma.
Por su parte, Daigo se apresuró a perseguir a Ashi el Junco. Sin embargo, estaba a punto de descubrir que el sicario no sólo era más ágil que él —sustancialmente—, sino que además jugaba con la misma ventaja que Calabaza; conocimiento del terreno. Cuando el genin de pelo verde sorteó la nube de humo y cayó al otro lado, ya no había rastro del larguilucho. Probablemente había huído por los callejones adyacentes, en dirección derecha o izquierda.
Mientras, Ushi seguía manteniendo su postura de guardia y observando a Yota. El ninja que antes les había atacado sin previo aviso no parecía dispuesto a mover ficha ahora, y su compañero se había colocado en la retaguardia del Toro; una posición problemática. Así, Ushi resolvió que su mejor baza era hacer lo que mejor se le daba. Embestir. Blandiendo sus dos nunchakus, el sicario cargó ferozmente contra Yota. Primero lanzó uno de sus nunchakus para intentar apresarle el brazo derecho, y luego tiró con fuerza para desequilibrarle. Aprovechando la ocasión, intentó darle un tremendo golpetazo en la cabeza con su otro arma.