30/10/2015, 12:14
Blame mantenía aquella sonrisa que le ponía los pelos de punta a Daruu sin saber por qué. El albino contestó a su pregunta: su objetivo era encontrar la auténtica causa del problema, de lo que hacía vivir a la humanidad en agonía y constante hostilidad, y eliminar dicho problema. Buscaba encontrar una paz global, que, según él, no fuera un mero espejismo.
Daruu se levantó, movido quizás por una sensación de extraña incomodidad que no parecía venir de ningún sitio. Pateó una pequeña piedra, que describió una curiosa parábola en el aire hasta chocar con la torre de madera, como desafiándola a que se cayera. Pero no se cayó.
—La paz nunca es un espejismo, Blame —dijo Daruu, observando a la torre, muy serio—. Es un poco inmaduro pensar que 100 años de paz, toda una generación de vida tranquila, no es una paz real. La tranquilidad de una familia. La tranquilidad de saber que tus familiares estarán bien, ¿es eso un espejismo? Por mucho que, de aquí diez años, haya un conflicto o no. Sólo podemos trabajar para que no lo haya.
Se giró hacia Blame y se metió las manos en los bolsillos. Cerró los ojos y suspiró con la pesadumbrez de una montaña que jamás podría moverse y ver el resto del mundo.
—Si quisieras acabar con la guerra, tendrías que acabar con el ser humano. Es algo inherente a nosotros. Y ni siquiera a nosotros. Otros animales también guerrean por sus cosas.