21/04/2019, 13:42
La situación empeoraba por segundos. Pese a que el chico portaba en su brazo una reluciente bandana, y mostraba decisión en sus palabras, no surtían efecto alguno en la multitud. Etsu aguardaba, manteniendo la compostura tanto como podía, con los puños cerrados y una mirada iracunda. Deseaba que todo cesase, que dejaran ya de lado ésta broma pesada sobre el pobre hombre, y que se dedicasen a sus quehaceres...
De pronto, un haz de esperanza surcó el cielo. Un chorro de agua salió disparado desde un extremo al otro de la calle, mojando a muchos de paso, pero sin dañar a nadie.
«¿Qué coño?»
Los civiles comenzaron a blasfemar, algunos incluso salieron despavoridos, como si jamás hubiesen estado bajo la lluvia. Entre gritos y vociferios, una voz destacó con potencia e inclemencia. Se trataba de una chica con un tatuaje en la frente, de pelos azabache ondulados, y que sin titubear anunció que si no se iban acudirían las autoridades de Taikarune. La chica parecía una heroína de verdad, de esas que se ven en los cómic.
«Menos mal que entre tanto imbécil hay gente buena...»
Pero era más que eso... mucho más. Su cara le sonaba, mucho, muchísimo. Demasiado.
El rastas quedó mirando por un instante a la chica, sin saber qué decir. Es mas, quedó con una extraña mueca de incertidumbre, intentaba descifrar de qué le sonaba la cara de esa chica. No podía ser de revistas de salseo, porque no le gustaban; no podía ser de series de ninjanovelas, porque tampoco le iban demasiado; no podía ser algo referente al mundo de la moda, porque ni asomaba por esos lares... entonces, ¿de qué era? le daba vueltas y vueltas al asunto, y esos segundos parecieron décadas de investigación para el shinobi.
—¡NOÑIS! ¡QUE ME NEGOCIO EL FASTEDIEIS! —reclamó el hombre, llevándose las manos a la cabeza.
Etsu volvió la mirada hacia el vagabundo, aun mas intrigado —¿q-que...? —pero no podía dejar de lado la actuación de la chica, así pues volvió su mirada de nuevo a ésta —muchas gracias por la ayuda, la cosa se me estaba yendo de las manos.
El hombre que tenian al lado hizo un gesto con la mano diestra, gesticulando un par de veces ante su cuello en horizontal, como indicando a alguien que cortase. Éste gesto pasó desapercibido para el Inuzuka, que en ese instante miraba a la chica. Aunque no tardó demasiado en volver la mirada hacia el hombre, tenía curiosidad...
—Perdona, pero... ¿de qué hablabas? ¿qué negocio estropeamos? —preguntó el rastas.
—Mísa cosas... misa cosas... ni soca... jajaja... —el hombre se veía mas tenso que antes, tanto que se le comenzaba a entender aún menos.
El gentío que había alrededor comenzaba a desaparecer poco a poco, gran parte de esa reunión se había disuelto como por arte de magia, o de agua.
De pronto, un haz de esperanza surcó el cielo. Un chorro de agua salió disparado desde un extremo al otro de la calle, mojando a muchos de paso, pero sin dañar a nadie.
«¿Qué coño?»
Los civiles comenzaron a blasfemar, algunos incluso salieron despavoridos, como si jamás hubiesen estado bajo la lluvia. Entre gritos y vociferios, una voz destacó con potencia e inclemencia. Se trataba de una chica con un tatuaje en la frente, de pelos azabache ondulados, y que sin titubear anunció que si no se iban acudirían las autoridades de Taikarune. La chica parecía una heroína de verdad, de esas que se ven en los cómic.
«Menos mal que entre tanto imbécil hay gente buena...»
Pero era más que eso... mucho más. Su cara le sonaba, mucho, muchísimo. Demasiado.
El rastas quedó mirando por un instante a la chica, sin saber qué decir. Es mas, quedó con una extraña mueca de incertidumbre, intentaba descifrar de qué le sonaba la cara de esa chica. No podía ser de revistas de salseo, porque no le gustaban; no podía ser de series de ninjanovelas, porque tampoco le iban demasiado; no podía ser algo referente al mundo de la moda, porque ni asomaba por esos lares... entonces, ¿de qué era? le daba vueltas y vueltas al asunto, y esos segundos parecieron décadas de investigación para el shinobi.
—¡NOÑIS! ¡QUE ME NEGOCIO EL FASTEDIEIS! —reclamó el hombre, llevándose las manos a la cabeza.
Etsu volvió la mirada hacia el vagabundo, aun mas intrigado —¿q-que...? —pero no podía dejar de lado la actuación de la chica, así pues volvió su mirada de nuevo a ésta —muchas gracias por la ayuda, la cosa se me estaba yendo de las manos.
El hombre que tenian al lado hizo un gesto con la mano diestra, gesticulando un par de veces ante su cuello en horizontal, como indicando a alguien que cortase. Éste gesto pasó desapercibido para el Inuzuka, que en ese instante miraba a la chica. Aunque no tardó demasiado en volver la mirada hacia el hombre, tenía curiosidad...
—Perdona, pero... ¿de qué hablabas? ¿qué negocio estropeamos? —preguntó el rastas.
—Mísa cosas... misa cosas... ni soca... jajaja... —el hombre se veía mas tenso que antes, tanto que se le comenzaba a entender aún menos.
El gentío que había alrededor comenzaba a desaparecer poco a poco, gran parte de esa reunión se había disuelto como por arte de magia, o de agua.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~