21/04/2019, 22:56
—¡Ha! Y yo que pensé que te faltaban motivaciones en la vida— se giró de un salto con rumbo a la aventura.
Mientras andaban detrás del grupo, sería notorio como algunos de los lugareños se mantenían al ras, más no con miedo, sino con un sumo respeto a la procesión. Tal era esa devoción, que algunos juntaban sus manos en posición de rezo mientras avanzaban.
”¿Y a estos que les picó?" Trató de disimular escondiendo su mirar bajo el sombrero.
Ya en la salida del pueblo, un grupo cantó ciertos rezos, pero nadie más quiso seguir a los marchantes a donde quiera que fuesen.
—Desde aquí será difícil seguirlos sin que sospechen más de la cuenta... Podríamos irnos entre los bambúes en lugar de seguir la vereda— recomendó cuando él mismo tomó la iniciativa de introducirse al bosque.
Los andantes siguieron una desviación del camino, el cuál presentaba un camino viejo que el tiempo había sepultado bajo el velo del descuido. Las estatuas no eran de monjes como en el principal, sino que las efigies eran más como gallos, aunque estaban carcomidas por las eras. El camino presentaba gradas rústicas de piedra, indicando que estaban en una colina. Los dos curiosos lo tendrían un poco complicado seguir la ruta empinada, pero no era nada que el espíritu aventurero no pudiese solventar.
Ya en la lejanía, sería visible otro arco torii. Roído, gastado. Este a su vez, era custodiado por dos mujeres ancianas con ojos vendados y sosteniendo cayados de madera con forma de cabeza de gallo. Eran ciegas.
—Esto se está poniendo más raro de lo que me esperaba...
Mientras andaban detrás del grupo, sería notorio como algunos de los lugareños se mantenían al ras, más no con miedo, sino con un sumo respeto a la procesión. Tal era esa devoción, que algunos juntaban sus manos en posición de rezo mientras avanzaban.
”¿Y a estos que les picó?" Trató de disimular escondiendo su mirar bajo el sombrero.
Ya en la salida del pueblo, un grupo cantó ciertos rezos, pero nadie más quiso seguir a los marchantes a donde quiera que fuesen.
—Desde aquí será difícil seguirlos sin que sospechen más de la cuenta... Podríamos irnos entre los bambúes en lugar de seguir la vereda— recomendó cuando él mismo tomó la iniciativa de introducirse al bosque.
Los andantes siguieron una desviación del camino, el cuál presentaba un camino viejo que el tiempo había sepultado bajo el velo del descuido. Las estatuas no eran de monjes como en el principal, sino que las efigies eran más como gallos, aunque estaban carcomidas por las eras. El camino presentaba gradas rústicas de piedra, indicando que estaban en una colina. Los dos curiosos lo tendrían un poco complicado seguir la ruta empinada, pero no era nada que el espíritu aventurero no pudiese solventar.
Ya en la lejanía, sería visible otro arco torii. Roído, gastado. Este a su vez, era custodiado por dos mujeres ancianas con ojos vendados y sosteniendo cayados de madera con forma de cabeza de gallo. Eran ciegas.
—Esto se está poniendo más raro de lo que me esperaba...