24/04/2019, 03:23
—Ese inepto de Shunsuke tarda demasiado...— masculló el ave, aunque no lo suficientemente bajo para que el Yotsuki no le escuchase.
—Vaya respeto para tu jefe. Mira que el hizo todo el trabajo sucio. Sin él no me hubieses puesto una pata encima— intentó provocarle.
—A ti nadie te dio permiso de abrir la boca— Apretó, y unos hilos de sangre se resbalaron por la cabeza del genin. —No te he matado porque tengo indicaciones de no hacerlo. Pero has un movimiento en falso y no podrás ni rezarle a tus dioses.
—¡Ja!— aún contra las cuerdas, se mantenía sonriente. —¡Sólo necesito cinco segundos para acabar contigo y ni siquiera tengo que moverme de aquí!— profirió altanero. Y sin embargo, no era un alarde en vano. Rey Colmillo de Lobo no mentía en ello. Era sólo que, necesitaba una pequeña distracción.
—Inténtalo, y antes de contar tres ya te habré rebanado el cuello— Amenazó.
Las tablas crujieron ante el peso del animal, pero se sostuvieron en su sitio pese a ello.
Una pata, la otra pata. El camello no era tan cuidadoso para andar cómo su jinete. No tardaría en pisar una tabla y que esta se partiese en dos, haciendo trastabillar al animal que se asustó un poco ante la corriente que le rodeaba por ambos lados.
—Vaya respeto para tu jefe. Mira que el hizo todo el trabajo sucio. Sin él no me hubieses puesto una pata encima— intentó provocarle.
—A ti nadie te dio permiso de abrir la boca— Apretó, y unos hilos de sangre se resbalaron por la cabeza del genin. —No te he matado porque tengo indicaciones de no hacerlo. Pero has un movimiento en falso y no podrás ni rezarle a tus dioses.
—¡Ja!— aún contra las cuerdas, se mantenía sonriente. —¡Sólo necesito cinco segundos para acabar contigo y ni siquiera tengo que moverme de aquí!— profirió altanero. Y sin embargo, no era un alarde en vano. Rey Colmillo de Lobo no mentía en ello. Era sólo que, necesitaba una pequeña distracción.
—Inténtalo, y antes de contar tres ya te habré rebanado el cuello— Amenazó.
***
Las tablas crujieron ante el peso del animal, pero se sostuvieron en su sitio pese a ello.
Una pata, la otra pata. El camello no era tan cuidadoso para andar cómo su jinete. No tardaría en pisar una tabla y que esta se partiese en dos, haciendo trastabillar al animal que se asustó un poco ante la corriente que le rodeaba por ambos lados.