30/04/2019, 00:40
—Pasad, pasad —dijo el Morikage, haciéndose oir a través de la puerta.
El líder los recibió con los brazos abiertos, las puntas de los dedos señalando a las dos sillas que había procurado disponer frente a su escritorio. Diligente, agarró la tetera y sirvió a sus dos subordinados una buena taza de su té favorito.
—Por favor, tomáos un té con este viejo Kage mientras discutimos el por qué de vuestra visita a mi humilde despacho. —Sonrió, con los ojos cerrados: un rostro amable.
El líder los recibió con los brazos abiertos, las puntas de los dedos señalando a las dos sillas que había procurado disponer frente a su escritorio. Diligente, agarró la tetera y sirvió a sus dos subordinados una buena taza de su té favorito.
—Por favor, tomáos un té con este viejo Kage mientras discutimos el por qué de vuestra visita a mi humilde despacho. —Sonrió, con los ojos cerrados: un rostro amable.