4/05/2019, 20:53
Kazuma apoyó la decisión de Ranko, y se alegró de ella. Fueron entonces hasta una mesa de piedra con un par de asientos. La mesa en sí se notaba mística, como si fuese una pintura antigua y mágica. La piedra daba la impresión de estar sumamente fría, mientras que la luz parecía calentar las hojas y los pétalos que caían sobre ella. Ranko imaginó la mesa derritiéndose cual nieve al recibir los pétalos.
Soltó un suspiro y siguió a Kazuma. Dudó si sentarse en aquella sencilla pero inspiradora mesa, aunque al final lo hizo.
—Es perfecto.
Luego llevó sus nudillos al menton y pensó por varios segundos sobre qué podría entregar su poesía. No sabía cuánto faltaba para el certamen secundario, pero ya sentía los nervios y la ansiedad crecer lentamente.
—E-es… Sería mi… primera vez. Di-digo, la primera vez que… que muestro… algo que escriba. A alguien. Nunca he mostrado mi… mi poesía. Ni a madre, ni a mi hermana Kuumi. Y yo… —Tomó un pétalo color rosa pálido entre sus dedos y comenzó a juguetear delicadamente con él —. Yo me… me alegro de poder hacerlo. De… de hacerlo sin… sin mostrar quién soy. Creo que… Creo que moriría si tuviese que decirlo o mostrarlo ante mucha gente. G-gracias por… Por su apoyo, Hanamura-san.
La calma y la tranquilidad del peliblanco eran realmente reconfortantes. A pesar de las ocasiones en las que parecía no tener mucha empatía, Kazuma daba la impresión de realmente saber cómo apoyar a otras personas. O al menos de tener la intención de ello.
Soltó un suspiro y siguió a Kazuma. Dudó si sentarse en aquella sencilla pero inspiradora mesa, aunque al final lo hizo.
—Es perfecto.
Luego llevó sus nudillos al menton y pensó por varios segundos sobre qué podría entregar su poesía. No sabía cuánto faltaba para el certamen secundario, pero ya sentía los nervios y la ansiedad crecer lentamente.
—E-es… Sería mi… primera vez. Di-digo, la primera vez que… que muestro… algo que escriba. A alguien. Nunca he mostrado mi… mi poesía. Ni a madre, ni a mi hermana Kuumi. Y yo… —Tomó un pétalo color rosa pálido entre sus dedos y comenzó a juguetear delicadamente con él —. Yo me… me alegro de poder hacerlo. De… de hacerlo sin… sin mostrar quién soy. Creo que… Creo que moriría si tuviese que decirlo o mostrarlo ante mucha gente. G-gracias por… Por su apoyo, Hanamura-san.
La calma y la tranquilidad del peliblanco eran realmente reconfortantes. A pesar de las ocasiones en las que parecía no tener mucha empatía, Kazuma daba la impresión de realmente saber cómo apoyar a otras personas. O al menos de tener la intención de ello.
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