5/05/2019, 00:50
Verle el rostro a alguien, sin embargo, le rompió el alma. Urami no era buena mintiendo, y Datsue era bueno viendo la verdad en las personas. Se había vuelto experto en ello.
Y lo que vio en ella fue, amargura. Lloraba, fue casi una respuesta reflejo ante la presencia de su salvador. ¿Pero no tendría que estar totalmente feliz de verle? ¿acaso esas lágrimas provenían de algo más?
—Y yo a tí, y yo... a... —dijo, entre sollozos, aún anudada a su espalda—. porque... porque Soroku...
—Mirad nada más quién ha tenido la decencia de aparecerse por aquí —dijo Nahana, que estaba a dos metros. Lo que Datsue se encontró fue apenas un vestigio de su maestra. Una mujer evidentemente cansada, con ojeras. De aspecto flácido, por más músculo que tuviera. Derrotada y decaída, por las circunstancias de su vida.
Y lo que vio en ella fue, amargura. Lloraba, fue casi una respuesta reflejo ante la presencia de su salvador. ¿Pero no tendría que estar totalmente feliz de verle? ¿acaso esas lágrimas provenían de algo más?
—Y yo a tí, y yo... a... —dijo, entre sollozos, aún anudada a su espalda—. porque... porque Soroku...
—Mirad nada más quién ha tenido la decencia de aparecerse por aquí —dijo Nahana, que estaba a dos metros. Lo que Datsue se encontró fue apenas un vestigio de su maestra. Una mujer evidentemente cansada, con ojeras. De aspecto flácido, por más músculo que tuviera. Derrotada y decaída, por las circunstancias de su vida.