8/05/2019, 15:21
(Última modificación: 8/05/2019, 15:35 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Ayame volvió a leer el mensaje, quizás por décima vez aquella mañana. Y eso que era bien claro: tenía que reunirse con otro shinobi, un tal Senju Samidare, justo enfrente de la Academia para llevar a cabo una misión. Como siempre, la muchacha había llegado tan puntual como un reloj, pero apenas miraba hacia la altísima torre que se recortaba contra el plomizo cielo de Amegakure a su espalda y donde habían comenzado sus primeros pasos como kunoichi. (de forma tan desastrosa, cabía decir). Al contrario, tenía la mente en otra parte. Hasta el momento no había hecho ninguna misión con nadie que no fuera Daruu o su hermano. Además, no conocía de nada al Senju, por lo que no podía dejar de hacerse preguntas sin respuesta: ¿Cómo sería? ¿Amable, cortante? ¿Gracioso, soso? ¿Más mayor que ella, más pequeño? No podía saberlo, lo único que sabía es que era un genin como ella, y la anticipación sólo incrementaba su ansiedad. ¿Por qué demonios los habían juntado a ellos dos, si ni siquiera se conocían? ¿Y si resultaba ser alguien desagradable? ¿Cómo iba a llevar su misión con éxito con alguien así? ¡No podrían compenetrarse bien!
«En ese caso, concéntrate en la misión y pasa de él.» Se recomendó a sí misma. Pero era muy fácil decirlo...
La kunoichi volvió a suspirar y levantó la cabeza hacia la lluvia, dejando que el agua se deslizara por sus mejillas, se escurriera entre sus cabellos y terminara calando en su ropa. Amenokami no daba su brazo a torcer, aunque fuese verano. De todas maneras, no le importaba. Normalmente optaba por llevar un paraguas, o una capucha para guarecerse, aunque no lo hacía por sí misma, sino por no molestar a la gente al entrar en cualquier local y dejar el suelo encharcado. Ella, como Hozuki que era, adoraba el agua, le encantaba sentirse bañada por ella. Por eso, aquella mañana no lo había hecho. Adonde iban no lo iba a necesitar.