9/05/2019, 22:02
Akame observó largamente a Rōga mientras éste se despachaba a gusto burlándose de él, tirándole numerosas puyas y, en general, tratando abiertamente de humillarle a cuanta oportunidad le diera el Uchiha. Un observador avispado podría intuir que prolongar una actividad como aquella teniendo como diana a un peligroso criminal que figuraba en el Libro Bingo de la Alianza y por cuya cabeza se ofrecía la friolera de quince mil ryōs contantes y sonantes no era la decisión más juiciosa del mundo. Podría incluso pensarse que el joven King estaba, simplemente, cansado de vivir y no buscaba otra cosa que una muerte rápida. Tal vez esos mismos pensamientos estaban rondando la cabeza del joven renegado mientras escuchaba, silente y preocupado tan sólo de su comida, a Rōga despachándose a gusto con él. «Por todos los dioses, este chaval no es normal. Menudo ego tiene, ¡pero si es un tirillas! Meh, no sé de qué me extraño... Es la seña de identidad de Amegakure.»
Por avatares del destino —y, probablemente, por suerte para King Rōga—, Akame estaba acostumbrado a no ser tomado en serio y a que las relaciones sociales no se le dieran demasiado bien. Él siempre había sido del tipo de ninja orgulloso, pero no respecto a su persona o su reputación, sino a su trabajo. No por nada le habían apodado "El Profesional". Así que, cuando el King rechazó el sake con poca delicadeza, Akame se limitó a largar una carcajada sonora nada disimulada.
—¡No me equivocaba contigo, Rōga-san, eres delicado como una florecilla! Al menos te gusta hablar, y tienes gracia, eso está bien —aseveró, entre risas—. Pobre abuelo King, se ve que hasta ahora no ha tenido mucha suerte tratando de meter algo de conocimiento útil en esa sesera tuya.
Podía parecer ofensivo, pero el tono de Akame revelaba que lo decía totalmente en serio, y se le veía jovial. Para cuando Rōga iba a por su segundo o tercer trozo de sashimi, el Uchiha ya había dado buena cuenta de aquel plato y estaba empezando con el pavo. Se sirvió más sake y volvió a echarle una mirada al vaso de Rōga.
—No te voy a contar ninguna historia ahora —replicó, inflexible—. Esta comida corre a cuenta de Murasame, no tuya. Cuando me invites a esa cena, cumpliré mi parte del acuerdo. Ahora bébete el sake, coño, que se le van las vitaminas.
El Kage Bunshin tomó aquel trozo de papel y leyó el nombre que había escrito en él. «"Fujimoto Ayura"... Bien.» Luego se la devolvió a Kiyoshi. Se quedó mirando la entrada de la gruta, como si sopesara la opción de dejar a los muchachos solos; ¿valía la pena correr el riesgo? «De cualquier modo, no voy a poder llevar esta información si no es...»
Akame se volteó, mirando a los dos niños.
—Ahora voy a salir un rato a por esa ropa. Vosotros dos, más vale que no salgáis de aquí, ¿lo habéis entendido? Si después de todo este rollo vuelvo en unas horas y habéis desaparecido, me vais a joder pero bien —aseveró, serio—. Ale, portaos bien, tórtolos.
Y con un "puf", el clon de sombras desapareció.
Por avatares del destino —y, probablemente, por suerte para King Rōga—, Akame estaba acostumbrado a no ser tomado en serio y a que las relaciones sociales no se le dieran demasiado bien. Él siempre había sido del tipo de ninja orgulloso, pero no respecto a su persona o su reputación, sino a su trabajo. No por nada le habían apodado "El Profesional". Así que, cuando el King rechazó el sake con poca delicadeza, Akame se limitó a largar una carcajada sonora nada disimulada.
—¡No me equivocaba contigo, Rōga-san, eres delicado como una florecilla! Al menos te gusta hablar, y tienes gracia, eso está bien —aseveró, entre risas—. Pobre abuelo King, se ve que hasta ahora no ha tenido mucha suerte tratando de meter algo de conocimiento útil en esa sesera tuya.
Podía parecer ofensivo, pero el tono de Akame revelaba que lo decía totalmente en serio, y se le veía jovial. Para cuando Rōga iba a por su segundo o tercer trozo de sashimi, el Uchiha ya había dado buena cuenta de aquel plato y estaba empezando con el pavo. Se sirvió más sake y volvió a echarle una mirada al vaso de Rōga.
—No te voy a contar ninguna historia ahora —replicó, inflexible—. Esta comida corre a cuenta de Murasame, no tuya. Cuando me invites a esa cena, cumpliré mi parte del acuerdo. Ahora bébete el sake, coño, que se le van las vitaminas.
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El Kage Bunshin tomó aquel trozo de papel y leyó el nombre que había escrito en él. «"Fujimoto Ayura"... Bien.» Luego se la devolvió a Kiyoshi. Se quedó mirando la entrada de la gruta, como si sopesara la opción de dejar a los muchachos solos; ¿valía la pena correr el riesgo? «De cualquier modo, no voy a poder llevar esta información si no es...»
Akame se volteó, mirando a los dos niños.
—Ahora voy a salir un rato a por esa ropa. Vosotros dos, más vale que no salgáis de aquí, ¿lo habéis entendido? Si después de todo este rollo vuelvo en unas horas y habéis desaparecido, me vais a joder pero bien —aseveró, serio—. Ale, portaos bien, tórtolos.
Y con un "puf", el clon de sombras desapareció.