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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
—¡Oye cuidado con eso!— Apartó el humo de su cara, molesto. —No es correcto fumar en espacios públicos— Infló el cachete.

—Secundo lo dicho— Giró su mirar al vendado y habló con toda la autoridad que su tamaño y edad eran capaces de mostrar. —Dentro de los cuartos de huéspedes puede fumar todo lo que quiera, pero por lo demás he de pedirle que apague ese cigarro— Miró su libreta y luego al vendado. —Tenemos sake honjozu. Es un sake de sabor suave y cuyo destilado de alcohol lo hace muy aromático, aunque no servimos a menores de edad—. Aclaró.

—No, si yo no sé para que amigo imaginario pidió el otro vaso. Tú sólo dáselo, ¿sí?— Le restó importancia con la palma de la mano. Que no creyera el renegado que al Yotsuki podía pasarle detalles por encima de su nariz. —¿Y no tienes algo de chocolate o leche?— añadió.

La pequeña niña abrió la boca formando una "O" y levantó su dedo índice como si estuviera a punto de regañarles, y sin embargo, se contuvo y volvió a agarrar su libretita, guardándose lo que iba a decir.

—Los lácteos y el cacao tienen mucha grasa, engordan, así que no— se dio la vuelta, girándose sobre las talones y yéndose con un contoneo inocente.

—Esa malcriada no es alguien normal— Soltó cuando ya había desaparecido de su vista. —Y no estoy hablando de como se mira— No dio detalles, porque esperaba que Akame ya se hubiese dado cuenta de a qué se refería.

***

La de la larga cabellera negra negó con la cabeza.

—La doctrina de sólo el más fuerte sobrevive. ¿Tú realmente crees que ese dogma se aplica a nuestra especie?— No se giró en ningún momento, no lo necesitaba. —Ahora te plantearé algo en tus términos. Hay un leñador, y hay un oso pequeño. Cada uno camina al borde de un río, y los dos caen, sujetándose de una rama. Pasa un muchacho que no es pariente del leñador, y pasa un oso que no es la madre del osezno. El muchacho le tendió una soga al leñador, el oso se fue de largo porque no era su cría. ¿Quién de los dos era el animal más apto para sobrevivir?— Observaba la pared, cuando la vela pareció moverse sola aún cuando había poco aire dentro del recinto. —Ninguno. ¿Pero porqué el hombre vivió?— Ahora si giró sus ojos hasta Akame.

Sintió el duro temple en el interior de Akame y ella no iba a ser quién le hiciera cambiar de opinión. No. Porque ella sólo era una guía, ella sólo debía hacer las preguntas correctas. El Uchiha tenía que sacar sus propias respuestas.

—Si todo es tan negro cómo dices, ¿por qué te esfuerzas entonces en ser diferente?— soltaría aquella incógnita al aire, como si fuese una nimiedad. Ella tenía su verdad al respecto, ¿pero el Fénix?

»He escuchado un poco. Azufre por aquí, agua por allá. Aunque no sé que clase de empleo voy a poder conseguir. Poco y más de sustento tiene una itako, que sería irónico terminar ejerciendo sólo con un cambio de aires.

Echó a reír, pero cubriéndose la boca como toda señorita educada debe hacer para no sobresalir demasiado.
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#62
Si en algún momento de su vida Akame había tenido ganas de matar a alguien, podría jurar que fue en ese. Sus ojos negros observaron a la muchacha como dos pozos de alquitrán, pero por dentro ardía en deseos de estrangularla con sus propias manos y luego pegarle fuego al hostal. «Esa idea ha sido muy... Shukaku», se corrigió luego. No echaba de menos a su molesto huésped, pero incluso un tipo tan recto como Akame tenía que admitir que se le habían pegado algunas malas inclinaciones. Le sostuvo la mirada a la cría durante unos instantes —en un patético y desequilibrado duelo— y luego fumó una última pitada antes de apagar el tabaco.

Claro. Cómo no —respondió, con una sonrisa lobuna en la que dejó escapar toda su repentina ansia homicida. Pocas cosas le jodían tanto como que le obligasen a apagarse un cigarro nada más encenderlo—. Anda, ve y tráenos esa botella de sake honjozu. Sé buena.

«Jódete, niñata. No te joroba, la tía, me cago en todo, ¿qué demonios se habrá creído? ¿Estamos en un puto pueblo perdido de la mano de los dioses y se permite salirnos con estas mierdas?»

Cuando la muchacha se marchó, Akame suspiró para tratar de relajarse. Luego miró a Rōga.

Estoy empezando a pensar que no hay nadie "normal" en este agujero —replicó, todavía irritado por que le hubieran hecho apagar el cigarrillo—. Pero te voy a decir algo, espero que esta niñata también sepa percibir las emociones ajenas, porque te juro que probablemente ahora mismo yo sea capaz de provocarle una indigestión sólo de la molestia que tengo.

Resignado, el Uchiha acabó por recostarse contra el respaldo de su asiento.

¿Y cuál es tu historia, Rōga? ¿A qué que un aspirante a estrella musical se mete a ninja?


El Kage Bunshin no pudo evitar soltar una pedorreta ante la historia que le contaba Okawa. Recostado contra la pared rocosa, la dejó terminar el relato y luego habló.

Gran moraleja. Déjame que te cuente yo una historia —contraatacó—. Un sabio anciano y un mercenario embutido en armadura caminaban juntos por un sendero. El anciano era muy conocido en aquellas tierras por ser un hombre bueno, justo y que había pasado sus días ayudando a los demás. El mercenario, por contra, era un infame desertor que se ganaba la vida alquilando su espada y que no tenía reparos en aprovecharse del prójimo para su beneficio.

»En mitad del sendero, unos asaltadores de caminos les atacaron. El anciano fue acuchillado sin piedad y los ladrones se llevaron las pocas pertenencias que tenía, pero cuando fueron a por el mercenario éste mató a dos de los asaltantes sin despeinarse. El resto huyeron.

Akame descruzó los brazos. Ahora miraba directamente a Okawa, a aquellos ojos tan peculiares carentes de visión.

El sabio anciano murió, el infame mercenario no. Porque el mercenario tenía una sólida armadura, y una espada jodidamente afilada.
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#63
El Yotsuki no hizo sino reír ante la pequeña rabieta del Uchiha por verse privado de su preciado veneno a los pulmones. No es que le gustase divertirse con desgracia y dolor ajeno pero... Bueno, sí, si disfrutaba en parte molestar a la gente.

—¿Mi historia?— Ladeó la cabeza como un perro que intenta observar a su dueño. —Bah, no hay nada interesante que contar sobre mí— Sonrió relajado mientras estiraba brazos y piernas en su asiento. —No tengo un gran propósito predestinado, o una tragedia que me impulsara a tomar la decisión de ser ninja. Simplemente, provengo de uno de los tantos clanes que cayeron en la ruina tras la destrucción de las cinco grandes. De hecho, mi papá en su momento nunca se dedicó a ello y mi madre se retiró muy joven para formar una familia y tenerme a mí. Mi abuelo apenas puede caminar de tantas lesiones que sufrió a lo largo de su carrera, además de tener otros achaques. Si soy ninja, es porque sí. Porque bueno, alguien en la familia tenía que mantener vivo el orgullo del clan y mi abuelo hizo todo lo posible por instruirme de la mejor manera. Sin embargo, no tengo una meta como shinobi como tal. Simplemente es un medio para ganarme la fama que planeo alcanzar. ¡La gente te aclama cuando eres un héroe! La verdad es que me complica un poco ajustar mi agenda entre la música y la vida ninja pero oye, todos debemos vivir de algo ¿no? Y ahora mismo me es más fácil conseguir ryōs en misiones que cantando en bares de mala muerte. Ya te lo digo, no es sólo subirse al escenario y hacer que llueva el dinero— Terminó por carcajear.

Tal vez sonara como un inocente niño soñador... Pero en su pacífica vida en la aldea y el amor de su familia no existía nada más. Quizás si lo era. Aún con todas las experiencias malas o los conflictos que había afrontado a lo largo de su corta pero ajetreada experiencia, seguía siendo un inocente niño soñador, porque creía firmemente en que lo lograría algún día, sin importar cuanto se tardase.

—Lamento decepcionarte si esperabas algo más profundo— se encogió de hombros.

***

La chamana no pudo sino echarse a reír a carcajadas, Akame mordió el anzuelo tal y como lo esperaba. Solito él se sirvió en la bandeja de plata, para que ella pudiera darle un mordisco.

—El anciano murió porque el mercenario tampoco era lo suficientemente fuerte— Ella se levantó y caminó suavemente hasta quedar frente a Akame. —Pero yo sé que mi mercenario es mejor que eso, ¿verdad?— Y sonrío de forma cómplice frente a él. —Tú si puedes marcar una diferencia para que esta historia no termine igual—. Asintió con la cabeza.
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#64
Una historia suficientemente curiosa para mi gusto —replicó el Uchiha—. No todos los días me encuentro con un músico-ninja, aunque cosas más raras se han visto, supongo.

Parte de su antiguo orgullo profesional como shinobi no podía evitar escocerle al ver a Rōga hablar del oficio con tanto despecho, como si fuese una cosa menor. «¡Bah! ¿Y qué mierda importa? Ese ya no soy yo.» Pese a la contradicción, Akame tuvo que reprimir un bufido de molestia, y se sintió inevitablemente incomodado por las palabras del joven King. Los viejos hábitos son duros de matar.

Por cómo cantaste antes, imagino que podrías llegar a ser un conocido artista. Eso si vives lo suficiente, claro. Ya sabrás que tu trabajo no tiene precisamente la esperanza de vida más larga del mundo —agregó, con una sonrisa maliciosa. La muerte le era bien conocida. Luego se volteó hacia donde se había marchado la mesera—. ¡Como sea! ¿Viene ese sake o qué?


Akame se encogió de hombros con total indiferencia ante la réplica de Okawa, en un gesto que parecía querer deletrear "lo que tú digas". Pese a la sabiduría que encerraban las palabras de aquella misteriosa niña, y a la imagen que Akame gustaba de tener sobre sí mismo, el Uchiha era todavía demasiado joven e ignorante como para entenderlas. El saber como ese era difícil de enseñar, sino que más bien tenía que ser aprendido con la experiencia y los años; algo de lo que el joven exninja, pese a su tortuosa vida, todavía no había alcanzado en plenitud. Sin saber que él mismo entendería aquellas palabras mucho tiempo después, Akame sí recogió el segundo guante.

Ni yo soy un rufián ni tú eres tan vieja, pero sí, servirá —se carcajeó brevemente—. Te sacaré de este bosque.

El Uchiha notó una extraña calidez en el pecho, tan reconfortante como una buena lumbre en una noche fría. Hacía mucho, muchísimo tiempo que nadie le reconocía sus propios méritos o demostraba depositar en él la más mínima gratitud o confianza. Como ninja, Akame había sido educado para ser extremadamente diligente y eficiente en sus tareas, y el esperar algo a cambio —como valoración o agradecimiento— jamás había sido parte del juego. Los cimientos que sentara su antigua maestra mediante condicionamiento e instrucción todavía le pesaban como una losa de piedra. Y sin embargo, aquellas simples palabras por parte de la muchacha supieron a bálsamo refrescante. Akame —incluso aunque fuese a través de su Kage Bunshin— no pudo evitar sonreír; aunque trató de disimularlo con un fingido ataque de tos.

«¿Yo puedo marcar la diferencia?»
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#65
El intento de humor negro de Akame se lo pasó por donde no alumbra el sol. A decir verdad, no le era raro que le subestimaran por su juventud o por su su propio egocentrismo. Más, el estaba muy familiarizado con la muerte, pese a que esta nunca corrió por sus propias manos. Al menos, vio a otros partir. Él mismo tuvo que encararla por su cuenta, en el sentido figurado, y en el literal también. "DEMASIADO LITERAL" De ahí, que un chiste como aquel tenía poco de misterioso para él.

—Pero que impaciente hombre, que seguramente está recalentando la pechuga— Río de forma sórdida. Pese a que él también se moría de hambre, estaba muy tranquilo. —Además es de mala educación beber sake antes o durante la comida. No puedes tomártelo como cualquier guaro de mierda— Ahora era él quién regañó al Uchiha, invirtiendo los papeles.

Pasaría poco tiempo para que volviese la chiquilla, cargando con suma dificultad la charola con los platos y los recipientes para el sake, que por poco y se le caían.

—Acá, está, su, orden...— Dijo como quién acababa de esforzarse mucho.

El pescado y el pavo estaban en platos finamente adornados, mientras que la botella de sake estaba en un clásico tokkuri artesanal y en lugar de vasos de cristal trajo dos sakazuki tradicionales.

—Y para ti— Le dejo una simple botella plástica con agua pura enfrente al Yotsuki. —Disfrutenlo— Se marcharía tras una reverencia.

***

El momento amigable de ambos se vio interrumpido por un quejido agudo, siendo este el joven de las montañas que había vuelto en sí y se desperezaba con esfuerzo.

—¡Kiyoshi!— sonrió y corrió hasta él, tropezándose con una sandalia suelta por ahí y cayendo en los brazos del chico que ni siquiera había terminado de incorporarse —!Ayayayayay! ¡Lo siento!— Se sonrojo, y él también.

Era un contraste grande. El mendigo y la antigua noble, cuyas apariencias distaban mucho. Al menos, podías decir que el amor de ella era puro al no ver lo desaliñado que era Kiyoshi por fuera.

La muchacha se incorporó y tosió, recuperando su toque solemne.

—Ya que hablamos de no llamar la atención... Necesito ropa. No pueden verme con un traje de novia puesto. Confío en ustedes para conseguir algo que consideren discreto y apropiado.
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#66
Akame soltó un "¡hum!" y le restó importancia al asunto con un gesto de su mano. En vida pasada nunca hubiera sido propio de él mostrarse ni siquiera mínimamente descortés, salvo que la situación lo ameritase, pero ahora... Ahora se sentía mucho más libre. «¿Y qué mejor forma de celebrar la libertad que haciendo un poco de uso de ella?» se dijo el Uchiha, travieso. Así era él: después de sus encorsetados modales de ninja, ahora simplemente apurar a la mesera o beber sake antes de la comida eran auténticas aventuras. Triste o genial.

¡Bah! Ella me ha hecho apagar mi cigarrillo y amenazó con no servirme sake, creo que estoy en mi derecho de tomarme una pequeña venganza —contestó sin mudar aquella sonrisa "malvada" que todavía no le salía demasiado bien—. Además, que no por nada a esta comida convida el pueblo, y esa no es forma de tratar a los invitados.

Cuando poco después la prematura mesera volvió con el pedido, Akame se incorporó en su asiento, frotándose las manos y con cara de anticipación. Tomó sus platos y los colocó frente a él, luego agarró la botella de sake y sirvió dos vasos. Uno lo aferró con la mano diestra, y el otro se lo puso a Rōga delante de las narices.

¡Es de mala educación no brindar cuando te invitan! —exclamó, jocoso, y luego agregó con una risotada—. Además, ¿a qué demonios te preocupas tanto de ser "un guaro de mierda"? ¿No nos ves? ¡Ya lo parecemos!

Le acompañara aquel muchacho o no, Akame alzaría su vaso y se lo bebería de un sólo trago. Notó cómo el líquido le ardía al pasar por la garganta, y soltó un sonoro suspiro de alivio y gusto al mismo tiempo cuando por fin llegó a su estómago. Un calor reconfortante le subió del mismo hasta el rostro. Sin perder momento, tomó los palillos y empezó a devorar con gran ansia su almuerzo tardío.


El Kage Bunshin centró su atención en el joven mendigo cuando éste volvió en sí. Se agachó junto a Kiyoshi, examinándole con ojo veterano. «Bah, no tiene ninguna herida, o al menos eso parece. Quizás sí es verdad que se desmayó del trauma», concluyó el Uchiha. Luego volvió a incorporarse, esperando que la escena se sucediera entre ambos niños. «Coño, ¿no son muy jóvenes todavía? ¿O es que yo me he vuelto un viejo?»

Sea como fuere, cuando Okawa formuló su petición, el Kage Bunshin asintió.

Tienes razón —concedió, y luego se giró para ver a Kiyoshi—. Kiyoshi-san, ¿hay algún sastre en el pueblo?
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#67
—¿Seguro que no quieres una de mis clases de estilo?— Rió por lo bajo. —Te doy una gratis— Añadió. La verdad, es que se estaba aguantando el no carcajear como demente. Por un lado el tipo se mostraba culto, incluso utilizando honoríficos, y por el otro presumía de tipo duro cuando una piedra era más convincente que él.

—Por hacerte el listo es que te hundes solo, que en tu vida se nota que has probado el guaro~. Menos mal que aquí no hay nadie más que te viera, que solo quedas como ignorante— No tuvo reparo en dejarlo en evidencia. —Paso— Observó el sakazuki y lo apartó. —Prefiero evitar el alcohol, no es lo mío. Lo haré sólo si es estrictamente necesario Puntualizó mientras tomaba los palillos y comía. Si bien solía saltarse ciertas normas de conducta, tampoco iba a llegar a una decadencia moral total. "Para tener estilo, tienes que tener porte." Continuaría masticando.

—El alcohol sólo sirve para nublarte los sentidos y arde de la verga al tragar, no le encuentro lo divertido— ¿Cómo sabía él eso? —Mi abuelo me dio a probar de pequeño una vez, que me dijo que en algún momento era bueno conocer las costumbres por si necesitaba mezclarme en sociedad ya sea para infiltración o similar, pero en serio, un trago y quedé curado de espantos para toda la vida— se llevó una porción del sashimi a la boca y la mascó con calma, tragando antes de continuar. —Pero bueno, que tú me debes una historia. Quizás si le agarro gusto, pueda componer una canción en base a ella. No hay mejor inspiración que las anécdotas de la vida misma— Le señaló con los palillos para luego beber de la botella de agua.

***

El muchacho nuevamente, no respondió. Estando frente a alguien más que no fuera la itako era muy tortuoso. En su lugar, tomó una libreta de hojas viejas y una pluma de bambú artesanal con la cuál garabateó a un hombre que se le hacía familiar. Si recordaba bien, podría notar que se asemejaba al que Rōga le preguntó por el hotel, el que barría la calle. Además, Kiyoshi escribió su nombre: Fujimoto Ayura.

Kiyoshi arrancó la hoja y se la dio al ex-jounin.
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#68
Akame observó largamente a Rōga mientras éste se despachaba a gusto burlándose de él, tirándole numerosas puyas y, en general, tratando abiertamente de humillarle a cuanta oportunidad le diera el Uchiha. Un observador avispado podría intuir que prolongar una actividad como aquella teniendo como diana a un peligroso criminal que figuraba en el Libro Bingo de la Alianza y por cuya cabeza se ofrecía la friolera de quince mil ryōs contantes y sonantes no era la decisión más juiciosa del mundo. Podría incluso pensarse que el joven King estaba, simplemente, cansado de vivir y no buscaba otra cosa que una muerte rápida. Tal vez esos mismos pensamientos estaban rondando la cabeza del joven renegado mientras escuchaba, silente y preocupado tan sólo de su comida, a Rōga despachándose a gusto con él. «Por todos los dioses, este chaval no es normal. Menudo ego tiene, ¡pero si es un tirillas! Meh, no sé de qué me extraño... Es la seña de identidad de Amegakure.»

Por avatares del destino —y, probablemente, por suerte para King Rōga—, Akame estaba acostumbrado a no ser tomado en serio y a que las relaciones sociales no se le dieran demasiado bien. Él siempre había sido del tipo de ninja orgulloso, pero no respecto a su persona o su reputación, sino a su trabajo. No por nada le habían apodado "El Profesional". Así que, cuando el King rechazó el sake con poca delicadeza, Akame se limitó a largar una carcajada sonora nada disimulada.

¡No me equivocaba contigo, Rōga-san, eres delicado como una florecilla! Al menos te gusta hablar, y tienes gracia, eso está bien —aseveró, entre risas—. Pobre abuelo King, se ve que hasta ahora no ha tenido mucha suerte tratando de meter algo de conocimiento útil en esa sesera tuya.

Podía parecer ofensivo, pero el tono de Akame revelaba que lo decía totalmente en serio, y se le veía jovial. Para cuando Rōga iba a por su segundo o tercer trozo de sashimi, el Uchiha ya había dado buena cuenta de aquel plato y estaba empezando con el pavo. Se sirvió más sake y volvió a echarle una mirada al vaso de Rōga.

No te voy a contar ninguna historia ahora —replicó, inflexible—. Esta comida corre a cuenta de Murasame, no tuya. Cuando me invites a esa cena, cumpliré mi parte del acuerdo. Ahora bébete el sake, coño, que se le van las vitaminas.


El Kage Bunshin tomó aquel trozo de papel y leyó el nombre que había escrito en él. «"Fujimoto Ayura"... Bien.» Luego se la devolvió a Kiyoshi. Se quedó mirando la entrada de la gruta, como si sopesara la opción de dejar a los muchachos solos; ¿valía la pena correr el riesgo? «De cualquier modo, no voy a poder llevar esta información si no es...»

Akame se volteó, mirando a los dos niños.

Ahora voy a salir un rato a por esa ropa. Vosotros dos, más vale que no salgáis de aquí, ¿lo habéis entendido? Si después de todo este rollo vuelvo en unas horas y habéis desaparecido, me vais a joder pero bien —aseveró, serio—. Ale, portaos bien, tórtolos.

Y con un "puf", el clon de sombras desapareció.
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#69
—Ese viejo exagera. Es un manual de reglas andante— Farfulló. —No es que desprecie lo que me ha enseñado, pero hay decisiones que solo yo puedo tomar en mi vida. En serio, el tipo es tan recto que si ve un árbol torcido lo endereza de un puñetazo— Exageró. Con lo de la rectitud, no con lo del golpe.

Quizás el extraño carácter del Yotsuki se debiera a un efecto psicológico inverso. Entre más intentaban aprisionarlo y corregirlo, más libre y rebelde se volvía.

—Que no se te olvide quién nos consiguió el pase de cortesía— Asintió con la cabeza. —Y ya te dije que NO— Fue tajante al acentuar la palabra. —El mejor hombre que conozco no se emborracha, no bebe ni un trago. Respeta a su mujer, respeta a los demás. Jamás iniciaría una pelea, e incluso pondría la otra mejilla para evitar violencia innecesaria. Dialoga y es inteligente. El mejor hombre del mundo es mi papá— Sonrió cómplice. —Papá dice que lo justo no siempre es lo correcto, y que yo debo decidir que es lo correcto para mí— Terminó su pescado y pasó al pavo.

***

La muchacha se sonrojó con el último comentario da Akame, pero antes de poder abofetearlo, este desapareció.

—Ayyy...
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#70
Akame se sonrió a medias cuando el joven King empezó a hablar de su abuelo. «Vaya, me recuerda a alguien...» No dijo nada aún así, sino que se guardó aquel pensamiento para él. Sin embargo, cuando luego el chico trató de rebatirle, el Uchiha no pudo sino volver a encogerse de hombros y dejarle —de nuevo— despacharse a gusto. Mientras Akame devoraba trozos de su pavo en tiras y de tanto en tanto daba tragos al sake, el ninja de Amegakure hablaba maravillas de... Nada más y nada menos que su padre. Aquello le causó un ligero escozor al Uchiha; si él había tenido alguna vez alguien a quien admirar de tal forma, ya era todo agua pasada. Apretó los dientes un momento, pero trató de disimularlo tomando otro trozo de pavo.

Estoy seguro de que sí —comentó, disfrazando su molestia de ofensiva condescendencia, como si Rōga fuese un niño de tres años—. ¿"Lo justo no siempre es lo correcto así que tú debes decidir qué lo es"? Vaya, es una filosofía muy cómoda para justificar cualquier pendejada que se te ocurra y nunca hacerte responsable de las consecuencias de tus actos. Sí que es listo tu viejo, sí —apostilló, ácido.

Ni siquiera la muerte había podido cambiar eso. Akame creía, por encima de todo, que la cualidad definitoria de los grandes —en cualquier época, rubro o país— era, primero que nada, la de apechugar con las consecuencias de sus decisiones. Con lo que viniera después de mover la mano. Por eso no podía evitar sentir sino desprecio por una idea que de forma tentadora jugueteaba con echar todo aquello a la basura; «si la justicia emana de uno mismo, ¿entonces quién puede cuestionar sus actos, aparte de él?»

Como sea —dijo al poco, terminando su almuerzo. Estaba sorprendentemente satisfecho—. Ya sé a dónde debemos ir ahora. O más bien, hacia quién. Fujimoto Ayura, parece ser el sastre del pueblo... —en ese momento bajó la voz para que sólo Rōga pudiera oírle, inclinándose hacia delante en la mesa—. Tenemos que conseguir algo de ropa para Okawa. Vestida como va, cualquiera la reconocerá al instante.
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#71
—Malinterpretas mis palabras— dio otro bocado. —Ves todo buscando la esencia absoluta de un ideal o una cosa, cuando no es posible que exista nada totalmente puro Se detuvo unos segundos en silencio, pensativo. —Demonios, eso no sonó como yo— Cerró los ojos y agitó la cabeza. —A ver, que si te meten un dedo en el culo queda justo, pero no es correcto— Siguió con su platillo tranquilamente, que sabía que no existía forma de que le rebatiera ese argumento con ninguna lógica. Aquello si era un comentario más propio de él.

Luego el Uchiha empezó a hablar sobre un plan para hablar con el sastre del pueblo, ¿pero en qué momento consiguió él esa información? "Acaso..." Parpadeó en su sitio.

—No me digas que deshiciste el clon que mandaste a vigilar. ¿No se suponía que iba a cuidar a la ciega y al vagabundo?— Creía recordar que la única manera en la que que el usuario podía recibir información de un kage bunshin, era deshaciéndolo. —Bueno, tú sabrás— Se apresuró a terminar su comida. Normalmente solía degustar sus platos con tranquilidad y lentitud para disfrutar del sabor, pero en esa ocasión debía ser más presto. Se atragantó con todo lo que pudo y luego se lo pasó con el resto de la botella de agua de una sola tajada.

»Ahhhh... Pues andando, que luego quizás yo quiera también un kimono de festival como el del tipo del bosque. ¡Me gustan esos que tienen una bolita peluda colgando!

Dijo risueño, parándose de la mesa de un brinco y tomando la delantera para salir del hostal, solo para frenarse un paso antes de salir. Se olvidó de algo importante.

—Este...— Se volteó hacia el Uchiha. —¿Donde vive ese tal Fujimoto?— Esperaría indicaciones mientras cerraba un ojo y sacaba la lengua por un lado.
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#72
Akame no dijo nada, aquel muchacho había probado ser obstinado en exceso y él no iba a ser quien pasara las horas dándose cabezazos contra el muro de su dura sesera para convencerle de nada. «Joder, que todavía no me aburro tanto.» Terminada la comida, Akame se puso en pie casi al mismo tiempo que Rōga, tomando la funda bandolera para volver a colgársela a la espalda y colocándose cuidadosamente el kasa de paja en la cabeza. Echó un último vistazo al hostal antes de salir a la calle, donde sus diestras manos ya habían agarrado la cajetilla de tabaco y se habían colocado otro cigarro entre los dedos.

Tch, tch —negó con la cabeza—. Así no es como funciona el Kage Bunshin. Cada clon es una copia idéntica de mí, con sus propias ideas, pero yo no le ordené que desapareciera... Lo hizo él por su propia voluntad, para transmitirnos esta información.

Se ajustó el yukata y el kasa. Luego volvió a mirar adentro del hostal, buscando a la joven mesera. La hallara o no, se voltearía hacia Rōga.

No tengo ni la más remota idea. ¿Por qué no le preguntas a tu amiga? —soltó la idea mientras se ponía el pitillo en la boca, sacaba un fósforo, y tras encender éste prendía el tabaco—. Este pueblo es enano, no debe ser tan difícil encontrarle. Es el tipo al que le preguntaste nada más llegamos aquí.
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#73
—Ohhhh~ Se quedó pensativo ante la respuesta de Akame, para luego sonreír de oreja a oreja. —¡Tengo que aprender de una vez por todas esa técnica!— En todas las veces que la había visto, nunca pensó que fuera de esa manera. Si todos eran réplicas exactas de él mismo... —¿¡Te imaginas a cinco de mí trabajando en equipo!?— Dio saltitos en el sitio. —Que digo equipo, ¡una banda! ¡Mi propia agrupación musical de un sólo hombre! O niño, bueno, tu me entiendes, ¿verdad? Algo tan épico...— Aunque luego mientras ingresaba de nuevo al interior del hotel junto a Akame se detuvo a pensar. —Aunque si todos son como yo, creo que terminaríamos peleando por ver quién sería el vocalista principal—. Se llevó la mano al mentón, pensativo.

Su mente se desvió de sus divagaciones en cuanto Akame le sugirió recurrir a la mesera para buscar al hombre, seguidamente diciendo que se trataba del anciano que barría la calle.

—Joder, que si es el mismo viejo no necesitamos a esa niñata— Resopló. —Vamos de regreso a la casita donde lo vimos, ya si eso preguntamos— Se dio la vuelta sobre sus talones y emprendió la marcha.

No estaba demasiado lejos, pues bastaba con zigzaguear sobre el sendero para regresar sobre sus pasos y llegar a la pequeña y humilde vivienda. Inmediatamente, el Yotsuki se adelantaría para tocar de forma rítmica a la puerta. El tal Ayura abrió al poco tiempo, asomándose tímidamente sin abrir en su totalidad la puerta.

—¡U-us-tedes los viajeros!— Se sobresaltó. —¿En qué puedo ayudarles?— Parpadeó.

Era un hombre casi calvo en su totalidad, salvo por unos pelos remanentes en sus sienes y la nuca, blanquecinos como la luna, Sus ojitos eran rasgados y su cara la representación más fiel de una pasa. Vestía con colores grieses y celestes apagados, con un yukata en color liso sin ningún detalle de estampado.
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#74
Akame negó lentamente con la cabeza, sin despegar sus ojos de Rōga. Luego le señaló con un índice acusador.

Con tu nivel de chakra apenas serías capaz de mantener dos Kage Bunshin al mismo tiempo —sentenció, duro pero calmo, sin atisbo alguno de intención de ofender en su voz—. Te falta mucho entrenamiento.

Con esas, los dos ninjas se dirigieron de vuelta a la casa cuyo patio delantero habían visto barrer, con veterana destreza, al viejo sastre. «Si la información de ese molesto chico es cierta, este tipo nos va a ser de gran ayuda», meditó Akame. Cuando ambos se acercaron, el anciano les saludó con sorpresa y Akame creyó entrever que también algo de recelo. Ni siquiera se dignó a abrirles la puerta, sino que estaba apostado tras la misma, como si Uchiha y King fuesen dos vulgares rateros que iban a robarle en su propia casa.

Fujimoto Ayura-san —saludó el renegado con una ligera inclinación de cabeza—. Hemos oído que es usted el sastre de Murasame, ¿es eso cierto? Verá, me gustaría regalarle un conjunto de ropa aquí a mi amigo, y me preguntaba si podría ayudarme. Como ve, pese a su juventud se trata de un rapaz que se toma muy en serio su... estilo.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#75
"¿Sólo dos? Mierda, con eso solo tendría guitarra rítmica, bajo y batería. ¡Y yo tendría que cantar mientras toco!" Lo que era hacer lo correcto por los motivos equivocados.

El anciano se mantenía refugiado detrás de la puerta, asustado. ¿Cómo no estarlo cuando tenía enfrente a dos foráneos que vestían cuales asaltadores de caminos? Incluso temía verse involucrado en alguna de sus marufias, por mucho que escuchase algunos pocos rumores que empezaban a correr por ahí. Oh sí, porque en un lugar tan pequeño como Murasame era difícil no enterarse de las noticias. Por ahora, iba a seguirles el juego.

Asintió atentamente a la petición, mientras miraba nervioso de reojo a un Yotsuki que ensanchaba más y más su sonrisa con las palabras del Suzaku.

"Oh, ya veo por donde va el plan..." Decidió seguirle el juego.

—Estoy interesado en un kimono matsuri, que quiero llevarme un recuerdo de mi visita al paraje de bambú— Se cruzó de brazos. —¡Ahhh! Y también quiero otros dos para mí mamá— La razón de pedir dos, era simple. Uno era para Ōkawa, y el otro sí que era para Iroha. "Si me ve que llevé sólo para mí va a maldecirme por un mes entero." Suspiró sólo de hacerse a la idea.

—Oh, bueno— Seguía siendo precavido, pero por educación, no podía soltar un no tajante aunque sus clientes parecieran salidos del peor corredor ilegal de apuestas. —Pasen adelante, veré que puedo hacer por ustedes— Finalmente abrió el portón para dejarlos pasar.

Adentro había rollos de telas, una máquina de tejer muy arcaica, algunas sogas kumihimo y algunos kimonos colgados a medio bordar. Increíblemente, el señor parecía tener bastante trabajo para una población tan pequeña. Llamaba la atención, algunos ropajes rituales que podían asociar al de las ancianas de los báculos de gallo. También estaban algunas prendas no tan tradicionales, pero en una cantidad ínfima.

—Tomen asiento— señaló una banca de bambú, mientras él se sentaba en una idéntica enfrente, separados por una mesa -también- de bambú.

El Yotsuki no se lo pensó y entró como si fuera su casa sentándose con toda confianza.

El anciano mantuvo un silencio mientras juntaba las manos y movía los dedos nerviosos, como esperando las indicaciones de los shinobis.
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