16/05/2019, 07:55
—Lo intentaré — Le levantó el dedo haciéndole la señal de okey. En realidad no tenía ni la más pálida idea de cómo encararía aquella situación.
Salió de la maleza de un salto brusco y aterrizó delante de la carroza, mientras el polvo de al rededor se levantaba un poco. La mula sorprendida ante la aparición repentina del ninja levantó las patas delanteras y soltó un rebuzno, mientras los hombres más cercanos a ella intentaban sostenerla y entre algunos gritos graves intentaban apaciguar de nuevo al animal.
Otros, en tanto, miraban perplejos al shinobi, no entendían qué hacía aquella persona allí.
Geki, se levanto lentamente, observó la cara de aquellos tipos, aunque si es verdad mantenían una mirada sorprendida, sus caras no reflejaban ni la más minúscula gota de miedo.
—Buenas tardes seño —¡¡ATRAPENLO!! — Irrumpió el más gordo de ellos sin dejar al genin terminar la frase. Este asombrado se dio media vuelta y comenzó a correr, mientras que los hombres se abalanzaban sobre él.
Justo antes de comenzar la carrera el gordo detuvo a uno de los hombres, parecía ser el más joven de los cuatro. Usaba un pañuelo en la cabeza de color azul y un tatuaje de un dragón bajaba por su cara hasta su cuello. No usaba camisa y tenia una faca guardada en su cinturón.
—Tú te quedas aquí. Cuida el cargamento, no vaya a ser que la mula salga corriendo — El gordo carraspeó un poco para aclararse la garganta y se echó a correr por el sendero donde Geki y sus otro compañeros ya habían desaparecido.
—Siempre me pierdo toda la acción — Refunfuño el muchacho y se sentó en una roca al costado del camino, justo en frente del lugar que se encontraba Samidare, pero del lado opuesto, simplemente unos metros los separaban, el arbusto y la mula.
Salió de la maleza de un salto brusco y aterrizó delante de la carroza, mientras el polvo de al rededor se levantaba un poco. La mula sorprendida ante la aparición repentina del ninja levantó las patas delanteras y soltó un rebuzno, mientras los hombres más cercanos a ella intentaban sostenerla y entre algunos gritos graves intentaban apaciguar de nuevo al animal.
Otros, en tanto, miraban perplejos al shinobi, no entendían qué hacía aquella persona allí.
Geki, se levanto lentamente, observó la cara de aquellos tipos, aunque si es verdad mantenían una mirada sorprendida, sus caras no reflejaban ni la más minúscula gota de miedo.
—Buenas tardes seño —¡¡ATRAPENLO!! — Irrumpió el más gordo de ellos sin dejar al genin terminar la frase. Este asombrado se dio media vuelta y comenzó a correr, mientras que los hombres se abalanzaban sobre él.
Justo antes de comenzar la carrera el gordo detuvo a uno de los hombres, parecía ser el más joven de los cuatro. Usaba un pañuelo en la cabeza de color azul y un tatuaje de un dragón bajaba por su cara hasta su cuello. No usaba camisa y tenia una faca guardada en su cinturón.
—Tú te quedas aquí. Cuida el cargamento, no vaya a ser que la mula salga corriendo — El gordo carraspeó un poco para aclararse la garganta y se echó a correr por el sendero donde Geki y sus otro compañeros ya habían desaparecido.
—Siempre me pierdo toda la acción — Refunfuño el muchacho y se sentó en una roca al costado del camino, justo en frente del lugar que se encontraba Samidare, pero del lado opuesto, simplemente unos metros los separaban, el arbusto y la mula.