19/05/2019, 21:17
—Emmm, si ese soy yo —respondió el chiquillo, tan remolón como un lirón—, en cuanto a el por que estoy dormido aquí...pensé que simplemente era una bonita vista y me termine quedando dormido.
Ayame alzó una ceja y miró a su alrededor, escéptica. Una torre de piedra gris, calles de adoquines completamente encharcados, luces de neón destellando en la lejanía, tuberías recorriendo como serpientes los rascacielos, cielos cubiertos por nubes tan negras como el tizón... ¿Era esa su definición de una vista bonita?
—Si tú lo dices... —comentó, torciendo el gesto. Para ella, hacía falta mucho más verde y sobraba demasiado hormigón como para considerar todo aquello "bonito".
mientras Samidare tomaba el pergamino y lo estudiaba con atención.
—Bueno...¿Y por donde comenzamos Ayame-Sempai?
«S...¿ "Senpai"?» Ayame se sonrojó hasta las orejas, nada acostumbrada a que se refirieran a ella de aquella manera.
—Oh, llámame Ayame, soy genin como tú —respondió, con una sonrisa nerviosa. Y después de recuperar el pergamino y guardarlo en su lugar de origen le tendió la mano para ayudarle a levantarse y echar a andar hacia el exterior de los terrenos del Torreón de la Academia—. La encargada me ha señalado una de las alcantarillas donde supuestamente se escucharon esos ruidos por última vez —le explicó, gesticulando con una mano en el aire—. Está en la Avenida Central de Amegakure, así que no nos llevará mucho llegar hasta allí.
Y mientras caminaban codo a codo, ella le dirigió una mirada por el rabillo del ojo de la forma más disimulada que fue capaz. Debía de ser unos diez centímetros más alta que él como mínimo, y esa cara infantil... Su hermano le había dicho una y otra vez que no juzgara a las personas por lo que aparentaban ser, ¡pero era sumamente difícil cuando tenías al lado a un niño que ni siquiera parecía pasar de los diez años! ¿De verdad era un shinobi preparado para afrontar una misión de rango C?
—Esto... ¿Te has graduado hace mucho? —le preguntó, de forma algo torpe.
Ayame alzó una ceja y miró a su alrededor, escéptica. Una torre de piedra gris, calles de adoquines completamente encharcados, luces de neón destellando en la lejanía, tuberías recorriendo como serpientes los rascacielos, cielos cubiertos por nubes tan negras como el tizón... ¿Era esa su definición de una vista bonita?
—Si tú lo dices... —comentó, torciendo el gesto. Para ella, hacía falta mucho más verde y sobraba demasiado hormigón como para considerar todo aquello "bonito".
mientras Samidare tomaba el pergamino y lo estudiaba con atención.
—Bueno...¿Y por donde comenzamos Ayame-Sempai?
«S...¿ "Senpai"?» Ayame se sonrojó hasta las orejas, nada acostumbrada a que se refirieran a ella de aquella manera.
—Oh, llámame Ayame, soy genin como tú —respondió, con una sonrisa nerviosa. Y después de recuperar el pergamino y guardarlo en su lugar de origen le tendió la mano para ayudarle a levantarse y echar a andar hacia el exterior de los terrenos del Torreón de la Academia—. La encargada me ha señalado una de las alcantarillas donde supuestamente se escucharon esos ruidos por última vez —le explicó, gesticulando con una mano en el aire—. Está en la Avenida Central de Amegakure, así que no nos llevará mucho llegar hasta allí.
Y mientras caminaban codo a codo, ella le dirigió una mirada por el rabillo del ojo de la forma más disimulada que fue capaz. Debía de ser unos diez centímetros más alta que él como mínimo, y esa cara infantil... Su hermano le había dicho una y otra vez que no juzgara a las personas por lo que aparentaban ser, ¡pero era sumamente difícil cuando tenías al lado a un niño que ni siquiera parecía pasar de los diez años! ¿De verdad era un shinobi preparado para afrontar una misión de rango C?
—Esto... ¿Te has graduado hace mucho? —le preguntó, de forma algo torpe.