19/05/2019, 22:44
Existía la creencia común de que los tiburones eran criaturas solitarias. Que preferían cazar solos. Quizás era así, quizás no, pero resultaba innegable pensar que si las bestias marinas se unían en manada como lo hacían las leonas en la sabana, para apabullar a sus presas, el resultado sería una infalible matanza de proporciones colosales. Por esa razón, cuando Daseru le pegó el aletazo, alertándole de que tenían al desayuno a unas cuántas leguas por encima de ellos, el tiburón de Amegakure —o ahora, de Dragón Rojo—. entró en modo asesino. Flotó paulatinamente con la marea para ocultar su rastro, olfateó las corrientes del agua y dejó sus piernas listas para iniciar la persecución. Si iba a ser un tiburón de verdad, tenía que cazar como uno.
Aguardó entonces la señal. Cuando Daseru diera la orden, iba a dar inicio a su primera caza, junto a su congénere.
«Es hora de dejar salir mi lado más primitivo»
Aguardó entonces la señal. Cuando Daseru diera la orden, iba a dar inicio a su primera caza, junto a su congénere.
«Es hora de dejar salir mi lado más primitivo»