21/05/2019, 23:37
Shusuke esperó a que le dieran respuesta, pero nadie se atrevió a darle una razón. Incluso llegó a sentirse mal, pues no quería dañar a las personas. Simplemente quería dar un buen susto para obligarlos a que el Uchiha saliese de su escondite.
—Dijiste que si destrozaba algunas cosas iba a salir a dar la cara, pero no veo que tu plan esté funcionando, Kukulkán— Vio de reojo a su ave.
—Bueno, esto no me lo esperaba...— El ave revoloteó un poco antes de posarse de nuevo. —Supongo que podemos preguntar, ¿no?— Si las aves pudieran sudar, estaría con la cara llena de agua.
El alguacil salió corriendo de la clínica, el Doctor Hayashi apagó las luces, la gente huyó del hotel, la mujer del alguacil corrió a los establos para verificar el estado de los animales.
Mano Cortada fue nuevamente, el que salió a enfrentar al invasor. Shunsuke no tenía una cara especialmente agresiva, pero la presencia y el caos que era capaz de generar intimidaba lo suficiente a los lugareños.
—¿¡No dijiste que no buscabas lastimarnos!?— Le gritó, estando a una distancia que él creía segura, sin saber del verdadero alcance que tenía el tuerto.
—Y no quiero hacerlo. Sólo quiero hablar con el shinobi de los ojos rojos— Bufó.
Mano Cortada no contestó, pues no quería comprometer a Datsue. Sin embargo, si no pudo enfrentarse a los bandidos de las aguas, mucho menos a él. ¿Qué debía hacer ahora?
Aprovechando la distracción del médico, Utage se levantó de su lugar y corrió hasta la sala donde estaba su hermana. Había mentido en decir que no le importaba nadie, porque aún le importaba la última familia que le quedaba.
El clon que estaba ahí, no sabía que motivos tenía Shunsuke para buscarlo específicamente a él. El real, quizás lo sospecharía, quizás no. En realidad, todo aquello fue causado por una tontería tan nimia, que era triste pensar en ello.
El intrépido encontraría otras huellas, esta vez reconocibles. Galante, quién había echado a correr durante la refriega contra Kid, parecía ir de regreso a Shirotora. ¿Estaba volviendo a su dueño por voluntad propia? O quizás alguien lo había guiado... Debía saber, que si algún caballo era capaz de aventajar y sacar larga carrera en poco tiempo, era aquel duro mestizo.
—Dijiste que si destrozaba algunas cosas iba a salir a dar la cara, pero no veo que tu plan esté funcionando, Kukulkán— Vio de reojo a su ave.
—Bueno, esto no me lo esperaba...— El ave revoloteó un poco antes de posarse de nuevo. —Supongo que podemos preguntar, ¿no?— Si las aves pudieran sudar, estaría con la cara llena de agua.
El alguacil salió corriendo de la clínica, el Doctor Hayashi apagó las luces, la gente huyó del hotel, la mujer del alguacil corrió a los establos para verificar el estado de los animales.
Mano Cortada fue nuevamente, el que salió a enfrentar al invasor. Shunsuke no tenía una cara especialmente agresiva, pero la presencia y el caos que era capaz de generar intimidaba lo suficiente a los lugareños.
—¿¡No dijiste que no buscabas lastimarnos!?— Le gritó, estando a una distancia que él creía segura, sin saber del verdadero alcance que tenía el tuerto.
—Y no quiero hacerlo. Sólo quiero hablar con el shinobi de los ojos rojos— Bufó.
Mano Cortada no contestó, pues no quería comprometer a Datsue. Sin embargo, si no pudo enfrentarse a los bandidos de las aguas, mucho menos a él. ¿Qué debía hacer ahora?
Aprovechando la distracción del médico, Utage se levantó de su lugar y corrió hasta la sala donde estaba su hermana. Había mentido en decir que no le importaba nadie, porque aún le importaba la última familia que le quedaba.
El clon que estaba ahí, no sabía que motivos tenía Shunsuke para buscarlo específicamente a él. El real, quizás lo sospecharía, quizás no. En realidad, todo aquello fue causado por una tontería tan nimia, que era triste pensar en ello.
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El intrépido encontraría otras huellas, esta vez reconocibles. Galante, quién había echado a correr durante la refriega contra Kid, parecía ir de regreso a Shirotora. ¿Estaba volviendo a su dueño por voluntad propia? O quizás alguien lo había guiado... Debía saber, que si algún caballo era capaz de aventajar y sacar larga carrera en poco tiempo, era aquel duro mestizo.