22/05/2019, 00:13
Entre vísceras, carne y agua roja, Kaido tuvo una visión. El tiempo se detuvo a su alrededor, y los ojos se le perdieron en las profundidades del mar, mientras su mente viajaba a otro lado. En el plano terrenal, su cuerpo seguía ahí; pero su alma, ahuyentada por el dolor que sentía en los linderos de su tatuaje, recaló en una cabeza que no era suya. Sólo entonces lo entendió en su totalidad. Era la primera vez que lo sentía en carne propia y que comprendía la verdadera conexión existente entre todos los miembros de Dragón Rojo, y del por qué. El tatuaje era sumamente poderoso. El Fuuinjutsu escondido en sus trazos de tinta místicos daba un sentido literal a que aquél Dragón ... tuviera ocho cabezas unidas en un sólo cuerpo.
Un cúmulo de sentimientos y sensaciones ajenas le invadieron, también. Al principio no sabía a cuál de los ocho pertenecían, hasta que llegó a la parte de los sueños no cumplidos. Sueños que compartía de una manera más profunda con una sola persona. Con...
Oyó la voz. Era una voz conocida. Era la voz rasposa y gutural de una bestia que creía bien enjaulada. Era Akame. Luego, la de Ryu. Recitando las mismas palabras que recibió alguna vez un hombre llamado Katame luego de caer ante la voluntad del Tiburón.
La visión le trajo consigo una inequívoca realidad. Un rostro parcialmente quemado, ataviado de vendas y con ojos de demonio. Era él. Había matado a Shaneji el muy hijo de puta. A su Hermano de Agua. Se la había jugado, se la había jugado, se la había...
Su cuerpo azul, inerte en las profundidades del océano, se tensó hasta que creyó partirse en dos. Los dientes apretados y llenos de sangre. La ira consumiéndole en un arrebato que se debatía a su vez con los entramados del Bautizo Draconiano. Le habían matado a un buen amigo, ¿pero y qué era lo mejor para Sekiryu? ¿qué pensaba realmente el fuuinjutsu, que no era sino el maestro de hilos que controlaba las acciones del gyojin?
Se sentía traicionado. De todas las puñaladas que podría recibir de Akame, aquella era la que más dolía.
Entonces, ¿qué iba a hacer?
Preguntarse. Preguntarse qué tan ansioso habría estado Uchiha Akame de ocupar un escaño de poder en la jerarquía de su organización como para cometer semejante agravio hacia la persona que lo sacó de lo más profundo de su infierno personal. El que le dio un nuevo nombre, una nueva vida y, sobre todo, una nueva oportunidad.
Ahora tenía que ganársela por su propia cuenta. Enfrentando sus mayores temores, y dejando atrás los subterfugios. Las vendas no iban a ser suficientes. No esa vez.
—No. No Suzaku. Uchiha Akame. Campeón del torneo de los Dojos. Renegado de Uzushiogakure no satou y... un adicto al omoide. Atentos a su verdadera naturaleza. No confiar en él hasta el bautizo.
Luego, se dejó estar en el agua. Asimilándolo.
El mar se despedía de un compañero. De Hozuki Shaneji.
«Gracias»
Un cúmulo de sentimientos y sensaciones ajenas le invadieron, también. Al principio no sabía a cuál de los ocho pertenecían, hasta que llegó a la parte de los sueños no cumplidos. Sueños que compartía de una manera más profunda con una sola persona. Con...
Oyó la voz. Era una voz conocida. Era la voz rasposa y gutural de una bestia que creía bien enjaulada. Era Akame. Luego, la de Ryu. Recitando las mismas palabras que recibió alguna vez un hombre llamado Katame luego de caer ante la voluntad del Tiburón.
La visión le trajo consigo una inequívoca realidad. Un rostro parcialmente quemado, ataviado de vendas y con ojos de demonio. Era él. Había matado a Shaneji el muy hijo de puta. A su Hermano de Agua. Se la había jugado, se la había jugado, se la había...
Su cuerpo azul, inerte en las profundidades del océano, se tensó hasta que creyó partirse en dos. Los dientes apretados y llenos de sangre. La ira consumiéndole en un arrebato que se debatía a su vez con los entramados del Bautizo Draconiano. Le habían matado a un buen amigo, ¿pero y qué era lo mejor para Sekiryu? ¿qué pensaba realmente el fuuinjutsu, que no era sino el maestro de hilos que controlaba las acciones del gyojin?
Se sentía traicionado. De todas las puñaladas que podría recibir de Akame, aquella era la que más dolía.
Entonces, ¿qué iba a hacer?
Preguntarse. Preguntarse qué tan ansioso habría estado Uchiha Akame de ocupar un escaño de poder en la jerarquía de su organización como para cometer semejante agravio hacia la persona que lo sacó de lo más profundo de su infierno personal. El que le dio un nuevo nombre, una nueva vida y, sobre todo, una nueva oportunidad.
Ahora tenía que ganársela por su propia cuenta. Enfrentando sus mayores temores, y dejando atrás los subterfugios. Las vendas no iban a ser suficientes. No esa vez.
—No. No Suzaku. Uchiha Akame. Campeón del torneo de los Dojos. Renegado de Uzushiogakure no satou y... un adicto al omoide. Atentos a su verdadera naturaleza. No confiar en él hasta el bautizo.
Luego, se dejó estar en el agua. Asimilándolo.
El mar se despedía de un compañero. De Hozuki Shaneji.
«Gracias»