El mito del oeste

[Uchiha Datsue]

Datsue, el que estaba con Mano Cortada, silbó. Un pequeño aviso para su otro clon, que ya corría por los tejados hacia el hotel, para que se estuviese atento.

Y es que, si había pensado que la suerte no podía ponerse más en su contra, no podía estar más equivocado. Todo lo que podía salirle mal, salía peor. De pronto y de improvisto, los dos criminales decidieron que no les convenía seguir luchando entre ellos, y le encararon.

Antes de eso, el Uchiha había pedido a Mano Cortada que se tranquilizase. No le gustó nada en absoluto la forma en que le agarró pidiendo explicaciones sobre el paradero de Roga. Además, ¿qué narices le importaba? ¿Qué había hecho Roga por ellos en todo aquel condenado tiempo? ¿Había sido él quién había derrotado a los criminales del pozo? No. ¿Había sido él quien había echado a Shunsuke del pueblo? No, el tío se había pasado el día coqueteando con Homura y su jodido mapa. ¿Había sido él quien había descubierto la verdadera cara de Asobu y había puesto fin a sus matanzas? ¡Por supuesto que no!

«¡Así que, ¿qué coño te importa, joder?!»

—Kid, Kid, Kid… —negó con la cabeza—. Yo no he profanado el pueblo. Yo lo he salvado. ¿Te enteras? De criminales que intentaban extorsionar a estas buenas gentes por un poco de agua. De un médico loco y asesino que se hacía pasar por un buen parroquiano. ¡De ese tío de ahí! ¿Y dónde coño estabas tú mientras, eh? Como consejo: a mí no des lecciones de nada.

Y eso que no sabía del pequeño encuentro que ya habían tenido. Entonces sí que se hubiese cabreado de verdad.

—Yo lo que hice en el templo fue defenderme de este psicópata. Ya ves cómo lucha, ¿qué iba a hacer? ¿Lanzarle besos de amor? Por desgracia, el interior del templo era altamente inflamable, yo esto no lo sabía, y prendió por una de mis técnicas ígneas, sí. Pero no fui yo quien destruyó el arma. Ese fue Roga. Era su plan desde el principio. Destruirla para evitar más disputas en el pueblo. Las explicaciones, si acaso, a él. Además, te recuerdo que si no fuese por Shunsuke, ¡yo ni hubiese entrado al templo! ¡Si entré fue por proteger a Roga, joder! ¡Al cual tenía con un cuchillo al cuello!

• • •

¿El tuerto? ¿En serio? ¿Después de indicarle mal a propósito, y conocedor de su mala orientación, había llegado al jodido pueblo? ¿Y ahora daba problemas? Oh, había hecho bien en no darle bien la dirección. Sin duda, no dejaba de ser un criminal que no causaba más que destrozos.

«¿Me pelee con Utage? ¿Con ese bonachón, en serio?» Eso sí que le extrañaba, y mucho.

—No se preocupe, no se preocupe. Mi clon mantendrá la situación controlada, como hice en otras ocasiones. Además, tengo un método para que me avise en caso de urgencia. Si no lo ha hecho, es que todo está bajo su control.

Menos el dinero. Sabía que todavía no tenía el dinero, porque, de hacerlo, le hubiese avisado. Ese era el caso de urgencia del que hablaba. El único que realmente le interesaba.

—Discúlpeme, pero llevo algo de prisa. En la Villa me van a empezar a echar en falta, y es hora de que vuelva con mi amigo y camarada Riko. ¿Están listos mis camellos? Oh, ¿y me ayuda a quitar esos sellos que pusimos para proteger la caja fuerte? Así vamos agilizándolo todo. Y no se preocupe —insistió—, ya le digo que si mi clon fallase, yo lo sabría al momento y acudiría a ayudar al pueblo, como hice en numerosas ocasiones durante esta semana.

Y sin cobrar nada por ello. Eso en Datsue era muy, pero que muy raro.