22/05/2019, 18:00
Ayame pareció quedar perpleja ante la contestación de Etsu sobre el comunicador. Pero quizás era que ella había ido a topar con uno de los shinobis más rudimentarios de toda Oonindo. Él era feliz y más que capaz con un hacha, una espada, o algo que tuviese filo suficiente como para cortar decentemente. Además, ¿para qué tantos chismes o armas? las armas mas mortíferas eran sus puños y dientes, estaba completamente seguro de ello.
Inuzuka empedernido.
Terminó por encogerse de hombros, realmente poco le importaba eso del comunicador. Tal vez los ninjas de kusagakure lo usaban también, pero él no. Terminó de explicar la situación bajo su punto de vista, pero Ayame no parecía del todo convencida. Ella rebatió que la mujer podía llamarse de distinta manera, pero terminó por deducir que tampoco tenían muchas otras opciones. Sin demora, inquirió a Etsu que le acompañase, y se metió por un callejón cercano. El Inuzuka la siguió, obviamente.
«Se me había pasado eso de escondernos un poco...»
El chico observó que la guardiana del diablo con colas realizó un sello, y tras ello apareció un clon suyo. Dos Ayames con el Inuzuka, en un callejón... intrépida emoción. Pero por suerte o por desgracia, las chicas se limitaron a realizar una secuencia de sellos, y tras ello... ¡PUM! otra nube de humo, recubriendo en ésta ocasión a ambas. Sin mas, las chicas adoptaron diferentes apariencias; una de ellas tomó la apariencia de una chica de cabellera singular, mientras que la otra tomó la apariencia de un señor con gafas y barba recortada.
Etsu quedó mirando a uno, y luego a otra, pasó la mirada a ese uno, y de nuevo a esa otra.
«Llámame anticuado con ese cachivache de la oreja, pero al menos yo no uso clones para sacar información... ¿qué leches va a hacer...» Sin pensarlo demasiado, tocó la clavícula del hombre con gafas, con los dedos índice y corazón. Creía que éste desaparecería, y se asombró de que no fuese así.
Entre tanto, Ayame había preguntado qué opinaba, aunque en ese instante se había encontrado... "distraído". La chica afirmaba que su clon podría hacerse caso de una joyería mientras que ellos se ocupaban de la otra.
«¡La madre que me trajo! ¿¡qué clase de brujería es ésta!?»
Aún inquieto con el clon de la chica, retrocedió un paso, mirando a la misma —s-si... podría... podría estar bien...
»¿Qué clase de clon es éste? No parece el clon de academia...
Curioso como un gato, no pudo evitar la pregunta, muy a pesar de que pudiese quedar de nuevo en ridículo. La curiosidad le podía mas, y era la primera vez que veía algo así. Aun y con esas, él mismo también terminó por realizar una serie de sellos, y concluyó con la misma finalidad de la última técnica usada por la kunoichi: cambiar su apariencia.
En el lugar en que antes había un Inuzuka, ahora quedaba plantado un señor de cabellera blanca, y tez tan arrugada como la camiseta interior de un político en elecciones. El hombre iba repeinado hacia detrás, con un largo de cabello que rozaba su nuca. Sobre la misma, llevaba un sombrero de bombín violeta. Iba ataviado con un traje digno de un ejecutivo, del mismo tono que su bombín pero con detalles dorados. Sus pies estaban calzados con unos lujosos zapatos de tono dorado, y tenía como detalle un monocular que lucía del mismo tono dorado que bien decoraba sus florituras.
Inuzuka empedernido.
Terminó por encogerse de hombros, realmente poco le importaba eso del comunicador. Tal vez los ninjas de kusagakure lo usaban también, pero él no. Terminó de explicar la situación bajo su punto de vista, pero Ayame no parecía del todo convencida. Ella rebatió que la mujer podía llamarse de distinta manera, pero terminó por deducir que tampoco tenían muchas otras opciones. Sin demora, inquirió a Etsu que le acompañase, y se metió por un callejón cercano. El Inuzuka la siguió, obviamente.
«Se me había pasado eso de escondernos un poco...»
El chico observó que la guardiana del diablo con colas realizó un sello, y tras ello apareció un clon suyo. Dos Ayames con el Inuzuka, en un callejón... intrépida emoción. Pero por suerte o por desgracia, las chicas se limitaron a realizar una secuencia de sellos, y tras ello... ¡PUM! otra nube de humo, recubriendo en ésta ocasión a ambas. Sin mas, las chicas adoptaron diferentes apariencias; una de ellas tomó la apariencia de una chica de cabellera singular, mientras que la otra tomó la apariencia de un señor con gafas y barba recortada.
Etsu quedó mirando a uno, y luego a otra, pasó la mirada a ese uno, y de nuevo a esa otra.
«Llámame anticuado con ese cachivache de la oreja, pero al menos yo no uso clones para sacar información... ¿qué leches va a hacer...» Sin pensarlo demasiado, tocó la clavícula del hombre con gafas, con los dedos índice y corazón. Creía que éste desaparecería, y se asombró de que no fuese así.
Entre tanto, Ayame había preguntado qué opinaba, aunque en ese instante se había encontrado... "distraído". La chica afirmaba que su clon podría hacerse caso de una joyería mientras que ellos se ocupaban de la otra.
«¡La madre que me trajo! ¿¡qué clase de brujería es ésta!?»
Aún inquieto con el clon de la chica, retrocedió un paso, mirando a la misma —s-si... podría... podría estar bien...
»¿Qué clase de clon es éste? No parece el clon de academia...
Curioso como un gato, no pudo evitar la pregunta, muy a pesar de que pudiese quedar de nuevo en ridículo. La curiosidad le podía mas, y era la primera vez que veía algo así. Aun y con esas, él mismo también terminó por realizar una serie de sellos, y concluyó con la misma finalidad de la última técnica usada por la kunoichi: cambiar su apariencia.
En el lugar en que antes había un Inuzuka, ahora quedaba plantado un señor de cabellera blanca, y tez tan arrugada como la camiseta interior de un político en elecciones. El hombre iba repeinado hacia detrás, con un largo de cabello que rozaba su nuca. Sobre la misma, llevaba un sombrero de bombín violeta. Iba ataviado con un traje digno de un ejecutivo, del mismo tono que su bombín pero con detalles dorados. Sus pies estaban calzados con unos lujosos zapatos de tono dorado, y tenía como detalle un monocular que lucía del mismo tono dorado que bien decoraba sus florituras.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~