El mito del oeste

[Uchiha Datsue]

¿Quién era Yui? Pero, ese tío… ¿de dónde cojones venía? ¿Del aislado País del Hierro? Sin embargo, se equivocaba en una cosa: en eso de que ya no quedaba allí nadie para poder juzgarle.

—Oh, me temo que te equivocas en eso, Kid. A Amekoro Yui le encanta ensartar katanas en el pecho y sellar a sus propios ninjas en un puto lago por el mero hecho de ponerle mala cara. A un exiliado traidor como tú… Buff, me imagino que se relamerá los labios.

»¿No querías ver a Roga? Es un shinobi de Amegakure. Estará encantado de llevarte a su Villa para ajustar cuentas. Y tú, Shunsuke, apuesto a que este pueblo no ha sido el único en sufrir tus poderosos ninjutsus. Fijo que ofrecen alguna recompensa por ti, ¿eh? ¿Cómo será, pues? ¿Os entregáis y os pongo unas esposas supresoras de chakra, aquí y ahora?

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Aquella voz… ¡Era Arashi! ¡Así que el alguacil ya estaba dentro! Y, hablando de… ¿Kid? El viejo con el que se había cruzado en el desierto. Simple coincidencia, o…

Sacudió la cabeza. Lo único que sabía es que aquello se estaba complicando más y más, y que cuanto antes desapareciese con su recompensa, mejor. Bajó hasta al calabozo y llamó al alguacil. El cuerpo de Roga, a todo esto, lo había dejado apoyado contra una pared, en el interior de la comisaría.

—¡Arashi-san! ¡Qué bien que le encuentro! Venga a ayudarme, por favor. Su mujer está esperando a mi señal para quitar ese sello que colocamos en su casa. Me vendría bien su ayuda para quitar el que está en el establo.

Ni siquiera se dignó a mirar a Bando.