23/05/2019, 13:54
(Última modificación: 23/05/2019, 14:11 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
Flama, Verano del año 219
Era un flamante —redoble de caja y platillo— día de Verano. El Sol brillaba, los pájaros cantaban, el rumor del mar traía consigo una brisa de lo más refrescante y...
Bueno, al menos así sería, si el protagonista de esta misión estuviera en otro lugar. En casi cualquier otro lugar de Oonindo, de Norte a Sur, habría muchos que hubieran validado esa descripción. Pero no el que nos ocupa, no. No este. Porque Manase Mogura, recién reincorporado miembro del cuerpo médico de la Villa Oculta de la Lluvia y chuunin reputado, no vería más que lluvia y nubes, nubes y lluvia, cuando abriese la puerta a la que alguien acababa de llamar. Y claro, no podía ser otro que Azuma Jiro, más conocido como El Recadero. Un tipo con quizás demasiado buen corazón que era famoso por pasarse el día llevando mensajes y recados de una punta a otra de la Aldea; como Manase Mogura no era menos que ningún otro chuunin, y como la petición venía de la oficina de la Arashikage, Jiro no había podido negarse. Como siempre.
Así que allí estaba, llamando insistentemente a la puerta de aquel joven médico recién retornado al servicio. A decir verdad, Jiro estaba raro aquella mañana. Estaba interesado en aquel recado. Por primera vez, quería llevar el mensaje, y quería que su compañero abriese la puerta. ¿Por qué? Muy simple. Porque aquel muchacho que tan alto había apuntado desde el principio, cercano a la Arashikage, ascendido a chuunin de forma temprana y apreciado por la Aldea, había decidido tomarse un impás de un año. ¿Qué podía haberle llevado a semejante cosa? En la Villa se comentaba de todo; desde justificaciones perfectamente normales y lógicas, hasta las más inverosímiles historias; como que Mogura se había pasado todo un año encerrado en el cuarto de baño de un prost...
¡Seguro que era mentira! Seguro, pero precisamente por eso, Jiro quería averiguarlo.
—¡Manase Mogura! —toc, toc, toc, tres golpes perfectamente sincronizados. Era una técnica que Jiro ya había dominado por completo—. ¡Tengo un pergamino de misión para usted!