23/05/2019, 20:15
—¿Ah sí?— Alzó una ceja.
Datsue era del tipo de persona que siempre buscaba desviar la conversación a su favor. Pero Kid sabía donde darle a esa gente. Iba a concederle lo que quería, porque lo que deseas, no siempre es lo que necesitas.
—Oh pues si me lo pones así...— Alzó ambos puños por delante, juntando las muñecas y enseñándoselas. —Pues si tanto te preocupo arrestame tú, me llevas a la comisaría, me reportas luego a amegakurz y todos felices. ¿No?— Sonrió con una abismal confianza, incluso atreviéndose a mirarle a los ojos.
—¿Pero qué haces?— Mano Cortada estaba anonadado.
Ahí, es donde le salía lo diablo. Quería comprobar, si Datsue tenía algún otro motivo para no llevarlo. No podía negarse a encerrarlo el mismo en el lugar más idóneo si el propio Kid cooperaba. No si estaba limpio, pero si escondía algo más...
—Ya veo...— Afiló su mirar y lo clavó en Datsue.
—Que conste...— el cumplió con advertirle. Ahora solo le quedaba mimetizarse nuevamente en la oscuridad.
Los sellos fueron retirados, la caja fuerte fue forzada. Más pronto que tarde la puerta se abriría, dejando ver el interior.
Era más amplia de lo que parecía por fuera, teniendo dos niveles y una puerta inferior adicional con otro seguro.
Entre las cosas guardadas a primera vista estaba un maletín, otra cajita pequeña con un candado y una bolsa de tela ennegrecida con algo de suciedad de hulla. De revisar. El maletín a primera vista estaba lleno de billetes, que bien podrían ser veinticinco mil. La cajita, dependía de si quería abrirla, la bolsa, pues estaba llena de carbón.
Datsue era del tipo de persona que siempre buscaba desviar la conversación a su favor. Pero Kid sabía donde darle a esa gente. Iba a concederle lo que quería, porque lo que deseas, no siempre es lo que necesitas.
—Oh pues si me lo pones así...— Alzó ambos puños por delante, juntando las muñecas y enseñándoselas. —Pues si tanto te preocupo arrestame tú, me llevas a la comisaría, me reportas luego a amegakurz y todos felices. ¿No?— Sonrió con una abismal confianza, incluso atreviéndose a mirarle a los ojos.
—¿Pero qué haces?— Mano Cortada estaba anonadado.
Ahí, es donde le salía lo diablo. Quería comprobar, si Datsue tenía algún otro motivo para no llevarlo. No podía negarse a encerrarlo el mismo en el lugar más idóneo si el propio Kid cooperaba. No si estaba limpio, pero si escondía algo más...
—Ya veo...— Afiló su mirar y lo clavó en Datsue.
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—Que conste...— el cumplió con advertirle. Ahora solo le quedaba mimetizarse nuevamente en la oscuridad.
Los sellos fueron retirados, la caja fuerte fue forzada. Más pronto que tarde la puerta se abriría, dejando ver el interior.
Era más amplia de lo que parecía por fuera, teniendo dos niveles y una puerta inferior adicional con otro seguro.
Entre las cosas guardadas a primera vista estaba un maletín, otra cajita pequeña con un candado y una bolsa de tela ennegrecida con algo de suciedad de hulla. De revisar. El maletín a primera vista estaba lleno de billetes, que bien podrían ser veinticinco mil. La cajita, dependía de si quería abrirla, la bolsa, pues estaba llena de carbón.