24/05/2019, 17:30
En cuanto los clones se alejaron...
—¡ARASHI TRAIDOR DE MIERDA!— Kid saltó inmediatamente hasta el alguacil, tomándolo de la garganta con la suficiente fuerza para no dejarlo hablar. —Mi poca paciencia se ha agotado aquí, y alguien tiene que pagar por los platos rotos— Incluso los vasos sanguíneos de sus ojos se marcaron.
—¡KID SUÉLTALO POR FAVOR!— La mujer le tomó de uno de los brazos, pero incluso para aquella musculosa trabajadora le era imposible mover un centímetro a aquel árbol conocido cómo Hokkai Kid.
—Maldición— Se restregó los ojos.
—¡KID SÁCAME DE AQUÍ!— Increíblemente el bandolero aún tenía voz.
El moreno soltó al del bigote, Mano Cortada se quedó vigilando al Yotsuki y a Shunsuke. Correría hasta la carceleta, pero lejos de improvisar con la cerradura, pasó de largo de los modales y empleó una única técnica para meterle un codazo al muro y dejar un agujero lo suficientemente grande para poder dejar espacio libre al rubio.
—Yo puedo decirles la verdad...
Por una vez en la vida, le escucharon.
Pocos sabían de las rencillas entre los medios hermanos Roger. Durante mucho tiempo, Arashi siempre se esforzó en darle una mala fama al rubio. Al punto que, probablemente había cometido menos de la mitad de los crímenes de los que realmente se le acusaba. Además, había contratado a los los renegados para hacerse pequeña fortuna, cometiendo esto a escondidas de su mujer. Su mujer, estalló en un llanto abrumador, incapaz de creer lo que su esposo le estuvo ocultando por tanto tiempo. Por mucho que el argumentó que sin eso no podrían haber sustentado el rancho, el corazón de esa mujer fue despedazado.
Al no tener una autoridad fidedigna, Mano Cortada asumió la responsabilidad de ser el nuevo alguacil de la ciudad. Obviamente, dejando en libertad por esa ocasión a Bandō. Arashi, sería enviado en su lugar para juicio marcial.
Homura despertó durante la madrugada, cuidada por su hermano Utage. En cuanto supieron de la noticia, fueron a reencontrase con el bandolero. Una escena que parecía impropia de aquello, fue el abrazo que le dieron a él. Una familia, un tanto rara. Bandō simplemente tomó a cada uno con un brazo y sonrió mientras los dos chiquillos lloraban.
Se dio por sentado que Datsue hizo trampa, además de llevarse la mitad del premio. La otra mitad, Arashi la había escondido en su propia casa. Con ese dinero, se le pagó al doctor Hayashi para los cuidados que debía recibir la pelirroja.
Shunsuke fue acusado de causar destrozos, además de que todo el pueblo estaba dispuesto a lapidarlo. Sin embargo, Rōga intercedió por él de una manera en la que nadie se lo esperaba. Pese a ser quién recibió la peor paliza de su parte, era el que le tenía más fe de entre todos. Le hizo jurar que iba a reparar cada maldita casa de ese sitio, ante lo cuál el tuerto no se quejó en lo más mínimo.
Para ellos fue un final agridulce. Algunos recibieron lo que se merecían, otros nunca podrían ser compensados.
Dae perdió el juicio, y aunque Shunsuke intentó hacerla reaccionar, no lo consiguió.
El Yotsuki estaba contrariado, pues de lo único que se lamentaba era que el Uchiha saliese impune de aquello. Enterarse de que Datsue lo dejó fuera de acción sellándolo entre un montón de telas le cayó muy mal al estómago. En general, todas las demás noticias en su tiempo de inactividad las anotó en su lista imaginaria de razones para no confiar en él de nuevo.
Luego de recibir tratamiento de parte del señor Hayashi, estaba preparando sus cosas para regresar a su aldea, y probablemente putear a Shishio por semejante carga que le metió en la espalda. Estaba pensando en largarse con el mismo mercader que lo trajo por encargo de su abuelo, cuando la puerta de su cuarto del hotel se abrió. Que digo abrir, que Kid arrancó el pomo con violencia.
—What!?
El moreno le tomó del pescuezo y lo levantó, con cara de rabia.
—Con que fue tu idea reventar el arma. ¿Y tú que derecho tienes de elegir que es lo mejor para este pueblo? ¿Tienes idea de lo que Shishio y yo trabajamos para protegerla? ¡DÉCADAS!— Lo levantó hasta donde su brazo se le permitía.
—¿Y tú quién mierdas te crees que eres para dejar que esta gente siga cargando con ese peso?— Le escupió a la cara desde arriba.
El anciano estaba por darle un sólo puñetazo en la cara, cuando se le quedó viendo a los ojos. No se percato desde antes por aquella piel blanca y esos pelos multicolores, pero aquellos desafiantes ojos dorados le llevaron a los recuerdos de una época pasada. Desafiantes ante todo, pero mucho más amables que los del implacable Shishio. Era cómo si la fuerza se le hubiese ido, dejándolo caer y agachando la mirada con ojos cristalizados.
—Por Amenokami, que yo sostuve en brazos a Minamoto cuando aún era un bebé... ¿Con qué clase de mujer se casó?— Rió triste.
—¿Qué demonios tienes que ver tú con mi familia?— Parpadeó incrédulo
No obtuvo respuesta. Kid hizo un sello, desapareciendo.
Cuando se presentaron las pruebas en contra de Arashi, estaba una bolsa con carbón de hulla. Arashi planeaba comprar terrenos en los alrededores del pueblo de los que nadie sabía que tenían minas de carbón. El veneno que poseía fue proporcionado como evidencia de que él fue el responsable de colaborar con los renegados para extorsionar no sólo a Shirotora sino a los sitios aledaños.
En cuanto al mapa, hubo un pequeño problema. Se le dejó la responsabilidad a Kid de cuidar de todo lo hallado en la caja fuerte, pero parece que alguien optó por llevarse esa única cosa para su propio beneficio.
—¿Estás seguro de que su nombre era Hokkai Kid?
—¡No te hagas el imbécil! ¡Tú nombre y el de él estaban graffiteados en el templo! ¿¡Quién es y porqué no me hablaste de él!?
—Ese es problema mio y no tuyo. Habrá que avisar de su localización, aunque dudo que vaya a quedarse en el País del Viento— Carraspeó. —Escucha, lo que hay entre Kid y yo es personal y no debes entrometerte, ¿lo entiendes?
—Eso te lo hubieses pensado antes de mandarme a semejante sitio. No quiero saber nada ya— Furioso, subió corriendo las escaleras y se escuchó el sonoro golpetazo de una puerta cerrándose.
Shishio tomó el misterioso bastón que siempre portaba, caminando hasta su pequeño estudio privado. Nunca pensó que los fantasmas del pasado iban a aparecer de nuevo. Suspiró pesadamente, tomando una caja con llave. Creía que nunca iba a volver a abrirla.
—Así que aún piensas cumplir nuestra promesa, grandísimo imbécil— Dentro de aquel contenedor, estaba una foto de dos jóvenes muchachos. Uno de cabellos negros, uno de cabellos blancos. Se abrazaban como buenos amigos, quedando la imagen grabada en color sepia. —¿Qué pretendes, Kid?
—¡ARASHI TRAIDOR DE MIERDA!— Kid saltó inmediatamente hasta el alguacil, tomándolo de la garganta con la suficiente fuerza para no dejarlo hablar. —Mi poca paciencia se ha agotado aquí, y alguien tiene que pagar por los platos rotos— Incluso los vasos sanguíneos de sus ojos se marcaron.
—¡KID SUÉLTALO POR FAVOR!— La mujer le tomó de uno de los brazos, pero incluso para aquella musculosa trabajadora le era imposible mover un centímetro a aquel árbol conocido cómo Hokkai Kid.
—Maldición— Se restregó los ojos.
—¡KID SÁCAME DE AQUÍ!— Increíblemente el bandolero aún tenía voz.
El moreno soltó al del bigote, Mano Cortada se quedó vigilando al Yotsuki y a Shunsuke. Correría hasta la carceleta, pero lejos de improvisar con la cerradura, pasó de largo de los modales y empleó una única técnica para meterle un codazo al muro y dejar un agujero lo suficientemente grande para poder dejar espacio libre al rubio.
—Yo puedo decirles la verdad...
Por una vez en la vida, le escucharon.
***
Pocos sabían de las rencillas entre los medios hermanos Roger. Durante mucho tiempo, Arashi siempre se esforzó en darle una mala fama al rubio. Al punto que, probablemente había cometido menos de la mitad de los crímenes de los que realmente se le acusaba. Además, había contratado a los los renegados para hacerse pequeña fortuna, cometiendo esto a escondidas de su mujer. Su mujer, estalló en un llanto abrumador, incapaz de creer lo que su esposo le estuvo ocultando por tanto tiempo. Por mucho que el argumentó que sin eso no podrían haber sustentado el rancho, el corazón de esa mujer fue despedazado.
Al no tener una autoridad fidedigna, Mano Cortada asumió la responsabilidad de ser el nuevo alguacil de la ciudad. Obviamente, dejando en libertad por esa ocasión a Bandō. Arashi, sería enviado en su lugar para juicio marcial.
Homura despertó durante la madrugada, cuidada por su hermano Utage. En cuanto supieron de la noticia, fueron a reencontrase con el bandolero. Una escena que parecía impropia de aquello, fue el abrazo que le dieron a él. Una familia, un tanto rara. Bandō simplemente tomó a cada uno con un brazo y sonrió mientras los dos chiquillos lloraban.
Se dio por sentado que Datsue hizo trampa, además de llevarse la mitad del premio. La otra mitad, Arashi la había escondido en su propia casa. Con ese dinero, se le pagó al doctor Hayashi para los cuidados que debía recibir la pelirroja.
Shunsuke fue acusado de causar destrozos, además de que todo el pueblo estaba dispuesto a lapidarlo. Sin embargo, Rōga intercedió por él de una manera en la que nadie se lo esperaba. Pese a ser quién recibió la peor paliza de su parte, era el que le tenía más fe de entre todos. Le hizo jurar que iba a reparar cada maldita casa de ese sitio, ante lo cuál el tuerto no se quejó en lo más mínimo.
Para ellos fue un final agridulce. Algunos recibieron lo que se merecían, otros nunca podrían ser compensados.
Dae perdió el juicio, y aunque Shunsuke intentó hacerla reaccionar, no lo consiguió.
El Yotsuki estaba contrariado, pues de lo único que se lamentaba era que el Uchiha saliese impune de aquello. Enterarse de que Datsue lo dejó fuera de acción sellándolo entre un montón de telas le cayó muy mal al estómago. En general, todas las demás noticias en su tiempo de inactividad las anotó en su lista imaginaria de razones para no confiar en él de nuevo.
***
Luego de recibir tratamiento de parte del señor Hayashi, estaba preparando sus cosas para regresar a su aldea, y probablemente putear a Shishio por semejante carga que le metió en la espalda. Estaba pensando en largarse con el mismo mercader que lo trajo por encargo de su abuelo, cuando la puerta de su cuarto del hotel se abrió. Que digo abrir, que Kid arrancó el pomo con violencia.
—What!?
El moreno le tomó del pescuezo y lo levantó, con cara de rabia.
—Con que fue tu idea reventar el arma. ¿Y tú que derecho tienes de elegir que es lo mejor para este pueblo? ¿Tienes idea de lo que Shishio y yo trabajamos para protegerla? ¡DÉCADAS!— Lo levantó hasta donde su brazo se le permitía.
—¿Y tú quién mierdas te crees que eres para dejar que esta gente siga cargando con ese peso?— Le escupió a la cara desde arriba.
El anciano estaba por darle un sólo puñetazo en la cara, cuando se le quedó viendo a los ojos. No se percato desde antes por aquella piel blanca y esos pelos multicolores, pero aquellos desafiantes ojos dorados le llevaron a los recuerdos de una época pasada. Desafiantes ante todo, pero mucho más amables que los del implacable Shishio. Era cómo si la fuerza se le hubiese ido, dejándolo caer y agachando la mirada con ojos cristalizados.
—Por Amenokami, que yo sostuve en brazos a Minamoto cuando aún era un bebé... ¿Con qué clase de mujer se casó?— Rió triste.
—¿Qué demonios tienes que ver tú con mi familia?— Parpadeó incrédulo
No obtuvo respuesta. Kid hizo un sello, desapareciendo.
***
En cuanto al mapa, hubo un pequeño problema. Se le dejó la responsabilidad a Kid de cuidar de todo lo hallado en la caja fuerte, pero parece que alguien optó por llevarse esa única cosa para su propio beneficio.
Días después, en Amegakure...
—¿Estás seguro de que su nombre era Hokkai Kid?
—¡No te hagas el imbécil! ¡Tú nombre y el de él estaban graffiteados en el templo! ¿¡Quién es y porqué no me hablaste de él!?
—Ese es problema mio y no tuyo. Habrá que avisar de su localización, aunque dudo que vaya a quedarse en el País del Viento— Carraspeó. —Escucha, lo que hay entre Kid y yo es personal y no debes entrometerte, ¿lo entiendes?
—Eso te lo hubieses pensado antes de mandarme a semejante sitio. No quiero saber nada ya— Furioso, subió corriendo las escaleras y se escuchó el sonoro golpetazo de una puerta cerrándose.
Shishio tomó el misterioso bastón que siempre portaba, caminando hasta su pequeño estudio privado. Nunca pensó que los fantasmas del pasado iban a aparecer de nuevo. Suspiró pesadamente, tomando una caja con llave. Creía que nunca iba a volver a abrirla.
—Así que aún piensas cumplir nuestra promesa, grandísimo imbécil— Dentro de aquel contenedor, estaba una foto de dos jóvenes muchachos. Uno de cabellos negros, uno de cabellos blancos. Se abrazaban como buenos amigos, quedando la imagen grabada en color sepia. —¿Qué pretendes, Kid?