26/05/2019, 19:46
La extraña recepción por parte de la chica de orbes color carmín dejó un poco confuso al Inuzuka, que no llegó a contemplar palabra alguna para poder contrarrestar la hospitalidad de la dependienta. Pero Ayame estuvo mucho mas ágil mentalmente, y lanzó la propuesta que bien había sugerido el de rastas hacía unos minutos. El diablo con colas inquirió que ambos tenían asuntos económicos que arreglar con el encargado de la tienda.
—Así es, venimos a hablar con el encargado del local —confirmó el genin.
La mujer alzó una ceja, y su mirada no mostró mas que despotismo. Apoyó ambas manos de manera brusca sobre el mostrador, y se echó sobre el mismo apoyada por éstos nuevos centros de gravedad. Casi salió del mostrador por encima, pero quizás se contuvo un poco para no destrozar las valiosas joyas que reposaban bajo el mismo.
—¿Cómo que al encargado? ¿¡Por qué asumen que el jefe ha de ser un hombre, eh!? ¿¡Acaso no puedo ser yo la encargada!?
La mujer tomó aire, cabreada, con una actitud que poco podría achacarse a su hermosa apariencia. Pero en fin, las rosas mas bellas son las que más espinas suelen tener...
—¿Qué coño queréis? —sentenció, volviendo nuevamente a una compostura un poco menos hostil. Poco tiempo le faltó para dejar caer un suspiro, y con ello clavar el codo sobre el mostrador, y sobre su mano dejar reposar su rostro. Sus ojos, entrecerrados, hacían juicio a la posible respuesta por parte de los clientes.
—No, no... no queríamos afirmar algo por el estilo, solo preguntábamos por el encargado, ya fuese hombre o mujer.
—Entonces, empezad por tener un lenguaje adecuado. Buscáis al encargade. El pueste debe tener un nombre adecuade, para que no haya exclusiones por su puto genero.¿Lo pilláis?
¿Y qué decir a eso...?
«¿¡De qué cojones está hablando!?»
En la otra joyería, el ambiente no estaba tan tenso. La mujer que hacía por encontrar el anillo perfecto, así lo hizo. Encontró el anillo mas caro de toda la joyería, y sin remordimiento alguno, inquirió poseerlo. No quería otro que no fuese ese, el mas grande y brillante, el más feo pero de mayor valor monetario. El hombre, lejos de faltar a sus sentimientos, no miró por la cifra. Su corazón tenía mas valor... total, el dinero viene y va. Al fin, parecían estar llegando a un negocio para con la tendera, a la cuál tampoco le desagradaba la compra.
En apenas unos minutos en que el clon de Ayame podría deleitarse con las hermosas vistas, la mujer habría despachado a la pareja. Los prometidos, saldrían poco después, con un anillo de bodas que sin duda sería la estrella de la ceremonia. Concluida la espera, la mujer se acercó hasta el hombre de barba perfilada y lujosos ropajes.
—Muchas gracias por esperar, joven —hizo un inciso, en lo que observaba también las joyas que el hombre miraba. —¿y bien? ¿qué será? ¿anillo de compromiso? ¿alianza? ¿quizás un collar?
—Así es, venimos a hablar con el encargado del local —confirmó el genin.
La mujer alzó una ceja, y su mirada no mostró mas que despotismo. Apoyó ambas manos de manera brusca sobre el mostrador, y se echó sobre el mismo apoyada por éstos nuevos centros de gravedad. Casi salió del mostrador por encima, pero quizás se contuvo un poco para no destrozar las valiosas joyas que reposaban bajo el mismo.
—¿Cómo que al encargado? ¿¡Por qué asumen que el jefe ha de ser un hombre, eh!? ¿¡Acaso no puedo ser yo la encargada!?
La mujer tomó aire, cabreada, con una actitud que poco podría achacarse a su hermosa apariencia. Pero en fin, las rosas mas bellas son las que más espinas suelen tener...
—¿Qué coño queréis? —sentenció, volviendo nuevamente a una compostura un poco menos hostil. Poco tiempo le faltó para dejar caer un suspiro, y con ello clavar el codo sobre el mostrador, y sobre su mano dejar reposar su rostro. Sus ojos, entrecerrados, hacían juicio a la posible respuesta por parte de los clientes.
—No, no... no queríamos afirmar algo por el estilo, solo preguntábamos por el encargado, ya fuese hombre o mujer.
—Entonces, empezad por tener un lenguaje adecuado. Buscáis al encargade. El pueste debe tener un nombre adecuade, para que no haya exclusiones por su puto genero.¿Lo pilláis?
¿Y qué decir a eso...?
«¿¡De qué cojones está hablando!?»
[...]
En la otra joyería, el ambiente no estaba tan tenso. La mujer que hacía por encontrar el anillo perfecto, así lo hizo. Encontró el anillo mas caro de toda la joyería, y sin remordimiento alguno, inquirió poseerlo. No quería otro que no fuese ese, el mas grande y brillante, el más feo pero de mayor valor monetario. El hombre, lejos de faltar a sus sentimientos, no miró por la cifra. Su corazón tenía mas valor... total, el dinero viene y va. Al fin, parecían estar llegando a un negocio para con la tendera, a la cuál tampoco le desagradaba la compra.
En apenas unos minutos en que el clon de Ayame podría deleitarse con las hermosas vistas, la mujer habría despachado a la pareja. Los prometidos, saldrían poco después, con un anillo de bodas que sin duda sería la estrella de la ceremonia. Concluida la espera, la mujer se acercó hasta el hombre de barba perfilada y lujosos ropajes.
—Muchas gracias por esperar, joven —hizo un inciso, en lo que observaba también las joyas que el hombre miraba. —¿y bien? ¿qué será? ¿anillo de compromiso? ¿alianza? ¿quizás un collar?
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~