7/11/2015, 21:52
Grande fue la sorpresa de la kunoichi al escuchar aquella pseudo descripción acerca de si misma. No se esperaba que fuesen a decirle las cosas tan directamente aunque si sabía que más de uno lo había pensado en su debido momento pero la traía sin cuidado, simplemente la sorprendió.
—No, no, no... no lo has entendido. No es cosa del dolor físico, o mental... Te voy a salvar de una vida de sufrimiento. Tarde o temprano tus padres te dejarán de lado, tus amigos, tus profesores, tu aldea... Eres un bicho raro, una chica que porta una mascara y mentalmente inestable... no eres agradable para el resto, y como comprendo esa sensación... te voy a librar de ella. Puedes echarme las culpas... ese es el verdadero significado de mi nombre. Blame, al que culpar.—
Fue lo que dijo el albino que primeramente logró hacer que la pelirroja se mantuviese por un instante en silencio pero que luego echase a reír a carcajadas mientras comenzaba a caminar hacia un lado como si pretendiese rodear al chico, pero que en realidad no hacía más que acercarse más y más a la cascada. - ¿En serio te crees que me importa lo que los otros piensen de mi? - Preguntó aún riendo.
Era más que consciente que la gente prefería tenerla lejos por un motivo u otro, pero no le afectaba en lo más mínimo. - Todo lo que has dicho son cosas que ya han pasado y me importa una mierda que así sea. - Agregó mientras volvía a adoptar la postura de combate con su baikunai en mano aunque no lo estaba tomando con firmeza.
—¿Crees en algún dios?—
- No creo en ningún dios... Como tampoco creo en los demás, lo único importante es lo que puedo hacer para asegurar mi propio bienestar. - Sentenció la pelirroja con una sonrisa algo sádica en su rostro mientras se mantenía atenta a lo que él hiciera. ~ Esa cosa seguramente sea peligrosa... ~ Pensaba mientras intentaba visualizar algún punto ciego en aquella masa oscura.
En un simple instante en que Ritsuko desvió levemente la mirada hacia el lado del río, pudo divisar como aquella masa comenzaba a tomar forma, parecía ser que comenzaba a salirle unas cuatro patas y algo más en la parte posterior, además de las orejas puntiagudas que le recordaban a un... - ¡GATO! - Chilló la kunoichi atónita al visualizar un bendito gato frente a ella, la fuente de su alergia y lo que casi la había matado alguna vez en su vida.
—No, no, no... no lo has entendido. No es cosa del dolor físico, o mental... Te voy a salvar de una vida de sufrimiento. Tarde o temprano tus padres te dejarán de lado, tus amigos, tus profesores, tu aldea... Eres un bicho raro, una chica que porta una mascara y mentalmente inestable... no eres agradable para el resto, y como comprendo esa sensación... te voy a librar de ella. Puedes echarme las culpas... ese es el verdadero significado de mi nombre. Blame, al que culpar.—
Fue lo que dijo el albino que primeramente logró hacer que la pelirroja se mantuviese por un instante en silencio pero que luego echase a reír a carcajadas mientras comenzaba a caminar hacia un lado como si pretendiese rodear al chico, pero que en realidad no hacía más que acercarse más y más a la cascada. - ¿En serio te crees que me importa lo que los otros piensen de mi? - Preguntó aún riendo.
Era más que consciente que la gente prefería tenerla lejos por un motivo u otro, pero no le afectaba en lo más mínimo. - Todo lo que has dicho son cosas que ya han pasado y me importa una mierda que así sea. - Agregó mientras volvía a adoptar la postura de combate con su baikunai en mano aunque no lo estaba tomando con firmeza.
—¿Crees en algún dios?—
- No creo en ningún dios... Como tampoco creo en los demás, lo único importante es lo que puedo hacer para asegurar mi propio bienestar. - Sentenció la pelirroja con una sonrisa algo sádica en su rostro mientras se mantenía atenta a lo que él hiciera. ~ Esa cosa seguramente sea peligrosa... ~ Pensaba mientras intentaba visualizar algún punto ciego en aquella masa oscura.
En un simple instante en que Ritsuko desvió levemente la mirada hacia el lado del río, pudo divisar como aquella masa comenzaba a tomar forma, parecía ser que comenzaba a salirle unas cuatro patas y algo más en la parte posterior, además de las orejas puntiagudas que le recordaban a un... - ¡GATO! - Chilló la kunoichi atónita al visualizar un bendito gato frente a ella, la fuente de su alergia y lo que casi la había matado alguna vez en su vida.