8/11/2015, 12:12
La chica terminó riendo a carcajadas frente al intenso e intangible argumento del Senju. Pareció acordarse de un chiste malo, o quizás de alguna canción graciosa de éstas que recuerdas en una situación de peligro. Malditas canciones inoportunas... cuan odiosas son.
— ¿En serio te crees que me importa lo que los otros piensen de mi? —
Su respuesta fue clara, y sus siguientes palabras no hicieron mas que corroborarlo. La chica había dejado atrás su pasado, y le importaba un comino lo que el resto pensase de ella. Sin duda, o bien se hacía la valiente, o bien estaba realmente mal de la azotea. ¿Acaso pensaba ser distinta al resto de humanos? Ni hablar, eso era absurdo, de seguro se estaba haciendo la valiente para no "perder" la vida. Inocente, no sabía que la auténtica vida empieza al morir.
Entre tanto, la sustancia negra que tanto caracterizaba al Senju, comenzó a tomar forma. La pregunta del albino quedó en el aire, y su posición obligaba a mantener una guardia, o al menos a estar alerta. Ante todo, su espeluznante sonrisa no decaía ni tan siquiera un segundo, parecía disfrutar del momento.
— No creo en ningún dios... Como tampoco creo en los demás, lo único importante es lo que puedo hacer para asegurar mi propio bienestar. —
Su respuesta no dejó de sorprenderle, tanto como la anterior. Estaba casi afirmando ser como él mismo era, alguien ajeno al resto de personas y a la cuál tan solo le importaba su bienestar. Con eso último estropeó bastante su agrado, evidentemente era una chica muy humanizada, egoísta, y quizás algo autista.
Todo se disponía según lo previsto, quizás si no hubiese añadido las últimas palabras a su anterior argumento la cosa hubiese cambiado, pero no... tuvo que liarla. Blame se preparaba para atacar, cuando de pronto, y ante un continuo movimiento lateral por parte de la chica, algo llamó su atención. Bramó a los cuatro viento la palabra de quizás uno de sus mayores temores, gato.
Ante esa situación, Sendo hizo la mas correcto, atacar sin vacilar. Se lanzó con una estocada directa hacia el brazo de la chica que portaba el biakunai, buscando herirla en ésta o bien quitarle el arma. Acto seguido, giraría sobre sí mismo y terminaría golpeando en el pecho de la chica con su pierna diestra, una de las patas delanteras de ese engendro felino que la pelirroja observaba con temor. Su objetivo estaba claro, desarmarla y alejarla del arma.
— Pues deberías creer en uno... así al menos tendrás la certeza de reencarnarte, en vez de vivir en el cielo por siempre. —
Un pensamiento algo drástico, pero totalmente fundamentado en su cabeza.
— ¿En serio te crees que me importa lo que los otros piensen de mi? —
Su respuesta fue clara, y sus siguientes palabras no hicieron mas que corroborarlo. La chica había dejado atrás su pasado, y le importaba un comino lo que el resto pensase de ella. Sin duda, o bien se hacía la valiente, o bien estaba realmente mal de la azotea. ¿Acaso pensaba ser distinta al resto de humanos? Ni hablar, eso era absurdo, de seguro se estaba haciendo la valiente para no "perder" la vida. Inocente, no sabía que la auténtica vida empieza al morir.
Entre tanto, la sustancia negra que tanto caracterizaba al Senju, comenzó a tomar forma. La pregunta del albino quedó en el aire, y su posición obligaba a mantener una guardia, o al menos a estar alerta. Ante todo, su espeluznante sonrisa no decaía ni tan siquiera un segundo, parecía disfrutar del momento.
— No creo en ningún dios... Como tampoco creo en los demás, lo único importante es lo que puedo hacer para asegurar mi propio bienestar. —
Su respuesta no dejó de sorprenderle, tanto como la anterior. Estaba casi afirmando ser como él mismo era, alguien ajeno al resto de personas y a la cuál tan solo le importaba su bienestar. Con eso último estropeó bastante su agrado, evidentemente era una chica muy humanizada, egoísta, y quizás algo autista.
Todo se disponía según lo previsto, quizás si no hubiese añadido las últimas palabras a su anterior argumento la cosa hubiese cambiado, pero no... tuvo que liarla. Blame se preparaba para atacar, cuando de pronto, y ante un continuo movimiento lateral por parte de la chica, algo llamó su atención. Bramó a los cuatro viento la palabra de quizás uno de sus mayores temores, gato.
Ante esa situación, Sendo hizo la mas correcto, atacar sin vacilar. Se lanzó con una estocada directa hacia el brazo de la chica que portaba el biakunai, buscando herirla en ésta o bien quitarle el arma. Acto seguido, giraría sobre sí mismo y terminaría golpeando en el pecho de la chica con su pierna diestra, una de las patas delanteras de ese engendro felino que la pelirroja observaba con temor. Su objetivo estaba claro, desarmarla y alejarla del arma.
— Pues deberías creer en uno... así al menos tendrás la certeza de reencarnarte, en vez de vivir en el cielo por siempre. —
Un pensamiento algo drástico, pero totalmente fundamentado en su cabeza.