3/06/2019, 19:03
Después de su aventura en Yugakure, un lugar demasiado bullicioso para Ranko, la kunoichi de la trenza decidió ir en dirección opuesta, hacia el oeste. Y a un lugar en esencia contrario a la aldea de las termas.
A pesar de que había escuchado que Yachi era un lugar sumamente popular por los impresionantes paisajes del cañón, poco se decía del pueblito mismo. Al verlo a la distancia, Ranko se lo imaginó bastante acogedor, con muchas personas alegres y mucho silencio típico de un lugar alejado de todo. Un lugar lleno de aire fresco y verde. Era su primera vez en el País de la Tormenta, y hasta el momento todo había ido bien. Vestía una blusa que su hermana le había regalado: parecía la parte superior de un kimono, era una de esas mezclas de estilos que tanto agradaban a Kuumi. A Ranko se le hacía raro llevar algo con mangas, pero el color cerúleo con motivos florales blancos le gustó bastante. También llevaba un cómodo pantalón de artes marciales de color oscuro y sus zapatos de siempre.
Eran aproximadamente las cuatro de la tarde, y la chica estaba algo cansada de andar. A pesar de que no le hacía falta mucho para llegar a Yachi, donde buscaría pasar la noche, Ranko decidió aprovechar el cálido aire de la tarde, así como un árbol solitario a varios metros del camino, para descansar. Normalmente se exigiría andar, no, correr hasta cumplir su objetivo, pero ese día algo le ganó a su instinto del esfuerzo. No fue pereza ni comodidad. Fue calma.
Se apartó de la senda y caminó hasta el árbol, rodeándolo y quedando del lado opuesto a la vía. Colocó su mochila a un lado, se sentó con un suave suspiro de tranquilidad, con la espalda contra el tronco, y respiró profundamente. Abrió su mochila y buscó en ella una flauta de madera. Ante sí se extendía un paisaje que quería ser rocoso, pero la hierba no le dejaba del todo. El cañón estaba al otro lado del camino, pero no le importó. El ambiente era lo que le hacía sentir tan tranquila.
“Hasta un guerrero disfruta las épocas de paz” pensó. Acercó la flauta a su rostro, pero se detuvo. Recordó el valle de Unraikyo, y cómo el tocar la flauta le había llevado a un interesante combate con un chico fuerte, pero algo egocéntrico. ¿A qué le llevaría la música esta vez?
Colocó la flauta en sus labios y sopló.
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