8/11/2015, 23:38
Las palabras que la kunoichi había pronunciado rebozaban de sinceridad, pues así había pasado a pensar desde el instante en que se quedó sola con su padre, incluso luego de 'reencontrarse' con su madre siguió con ese pensamiento puesto que de esa manera llegó a sentirse más feliz que antes.
Lo que otros piensen y sientan es lo de menos, después de todo, ellos también buscan su propio beneficio y no por ello tendría que dejar de buscar su propio bienestar.
Algo con lo que Ritsuko no contaba, era encontrarse cara a cara con una de las cosas que más temor le ocasionaba. En otras palabras, un simple gato. - ¡Aléjate! - Chilló la chica en un instante de pánico justo antes de comenzar a sentir un intenso dolor punzante en su brazo derecho, además de la calidez de su propia sangre brotando en cantidades de la zona de la que provenía el dolor.
No logró ni quejarse del dolor que recibió otro golpe, esta vez fue una patada en su pecho que terminó por dejarla sentada en el piso al borde del abismo, presionando con su mano izquierda la herida que le habían ocasionado en su brazo derecho y que la había obligado a soltar su arma que quedó tirada a una distancia considerable de ella.
— Pues deberías creer en uno... así al menos tendrás la certeza de reencarnarte, en vez de vivir en el cielo por siempre. —
Indicó el tal Blame, pero que Ritsuko no fue capaz de responder a causa del dolor que la agobiaba. ~ Como si fuese motivo... ~ Dijo en su mente mientras mordía su labio inferior en un simple intento por contener el dolor. Si iba a morir, que así sea, le daba igual si no reencarnaba o si se quedaba en el cielo como él le había dicho, seguramente dejaría de sentir tanto peso sobre sus hombros y aquello era más que suficiente para ella.
- Deja de darle vueltas... - Indicó la kunoichi con un hilo de voz, sin siquiera alzar la mirada que mantenía clavada en el suelo delante suyo.
Lo que otros piensen y sientan es lo de menos, después de todo, ellos también buscan su propio beneficio y no por ello tendría que dejar de buscar su propio bienestar.
Algo con lo que Ritsuko no contaba, era encontrarse cara a cara con una de las cosas que más temor le ocasionaba. En otras palabras, un simple gato. - ¡Aléjate! - Chilló la chica en un instante de pánico justo antes de comenzar a sentir un intenso dolor punzante en su brazo derecho, además de la calidez de su propia sangre brotando en cantidades de la zona de la que provenía el dolor.
No logró ni quejarse del dolor que recibió otro golpe, esta vez fue una patada en su pecho que terminó por dejarla sentada en el piso al borde del abismo, presionando con su mano izquierda la herida que le habían ocasionado en su brazo derecho y que la había obligado a soltar su arma que quedó tirada a una distancia considerable de ella.
— Pues deberías creer en uno... así al menos tendrás la certeza de reencarnarte, en vez de vivir en el cielo por siempre. —
Indicó el tal Blame, pero que Ritsuko no fue capaz de responder a causa del dolor que la agobiaba. ~ Como si fuese motivo... ~ Dijo en su mente mientras mordía su labio inferior en un simple intento por contener el dolor. Si iba a morir, que así sea, le daba igual si no reencarnaba o si se quedaba en el cielo como él le había dicho, seguramente dejaría de sentir tanto peso sobre sus hombros y aquello era más que suficiente para ella.
- Deja de darle vueltas... - Indicó la kunoichi con un hilo de voz, sin siquiera alzar la mirada que mantenía clavada en el suelo delante suyo.